
Madrid - Publicado el - Actualizado
1 min lectura0:42 min escucha
Nos acercamos a un hombre que brilló por su sencillez y no pidió nada especial. Por eso fue enriquecido con multitud de dones. Hoy celebramos a San Ángel de Acri. Natural de Acri (Italia), nace en el año 1669. Su nombre de pila fue Luca Antonio Falcone y su infancia transcurrió con mucha sencillez.
Todos reparaban en estas cualidades. Su amor al Señor hizo que sintiese la llamada a la vida consagrada. Pero de momento no tiene claro lo que la Providencia le pide. Intentó ingresar en los franciscanos, aunque tardó mucho porque vacilaba por su pequeñez y porque no se veía digno. También se fijó en los capuchinos.
El problema que encontraba es que no se veía penitente, algo que con el tiempo superó como otros tantos prejuicios. Al final decide con firmeza ingresar en los capuchinos, porque se da cuenta que las cosas del mundo no le satisfacen y que le llena lo espiritual proveniente de Dios. Ahora sé está fuerte y robusto para seguir los Caminos del Cielo para su santificación.
Ahí es donde toma el nombre de Ángel. Todos veían siempre en él un hombre de oración. A ello se une su espíritu de penitencia y eso que en tiempos ese estilo de vida le echaba para atrás. En su faceta de predicador tocaba los corazones de cuantos le escuchaban. Ahí comprendía lo que era llevar a Dios a los sencillos que lo acogían con un corazón abierto.
De hecho recorrió la zona del sur de Italia siendo un gran testimonio. Su caridad también le hacía compartir la comida con los pobres, privándose de muchas cosas. San Ángel de Acri muere en el año 1739. Todos recuerdan desde el primer momento su Santidad de vida.





