
Madrid - Publicado el
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Cristo envía su Espíritu para hacernos sus testigos. Hoy celebramos al Beato Juan Dominici, un verdadero defensor de la Fe con su sencillez. Nace en Florencia (Italia) alrededor del año 1355. Al comienzo de sus juventud ingresa en los Dominicos.
Su espíritu de oración, silencio y penitencia durante el noviciado, hicieron de él una garantía de la presencia de Dios en el Convento a lo largo de toda su vida consagrada, entre los hermanos de Convento. Una vez ordenado sacerdote, siente cómo le falta expresión de palabra, por lo que se encomienda a Dios, para salir adelante en esta dificultad.
Preocupado por la grave crisis de Monasterios que causa una fuerte relajación, intenta llevar a cabo una gran reforma. De hecho funda algunos Conventos como el del Corpus Christi en Venecia para las religiosas dominicas. Un poco más tarde fundaría el de Santo Domingo de Fiésole. De él saldrían grandes canteras de Santos.
Su total adhesión y unidad en la Comunión Eclesial, le hacen alegrarse con la difusión del Evangelio, y entristecerse con la grave crisis que atraviesan los cristianos ante los cismas. Posteriormente, la Providencia le elige desde su humildad para confundir a los más soberbios, al Ministerio Episcopal y al Cardenalato.
Esta situación le sirve para luchar en bien de la Iglesia, logrando la elección del Papa Martín V. Cuando de nuevo surgen problemas y es elegido un Pontífice inválido se despoja de su dignidad cardenalicia. El beato Juan Dominici, Legado Pontificio de Hungría y Bohemia, muere santamente en junio del año 1420.