“ Este es mi Hijo, el amado, escuchadle ”

Evangelio según san Lucas 9, 28b-36; y comentario de José María Calderón, director de OMP

Evangelio del día
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Borja Cuñado

Publicado el

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 Primera lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pedro 1

16-19

Queridos hermanos:

No nos fundábamos en fábulas fantasiosas cuando os dimos a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, sino en que habíamos sido testigos oculares de su grandeza.

Porque él recibió de Dios Padre honor y gloria cuando desde la sublime Gloria se le transmitió aquella voz:

«Este es mi Hijo amado, en quien me he complacido».

Y esta misma voz, transmitida desde el cielo, es la que nosotros oímos estando con él en la montaña sagrada.

Así tenemos más confirmada la palabra profética y hacéis muy bien en prestarle atención como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro hasta que despunte el día y el lucero amanezca en vuestros corazones.

salmo de hoy

Salmo 96

1-2.5-6.9 R/.

El Señor reina, Altísimo sobre toda la tierra 

El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono. R/. 

Los montes se derriten como cera ante el Señor, ante el Señor de toda la tierra; los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria. R/. 

Porque tú eres, Señor, Altísimo sobre toda la tierra, encumbrado sobre todos los dioses. R/.

evangelio del día

Lectura del santo evangelio según S. Lucas 9

28b-36

En aquel tiempo, tomó Jesús a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de resplandor.

De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su éxodo, que él iba a consumar en Jerusalén.

Pedro y sus compañeros se caían de sueño, pero se espabilaron y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.

Mientras estos se alejaban de él, dijo Pedro a Jesús:

«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».

No sabía lo que decía.

Todavía estaba diciendo esto, cuando llegó una nube que los cubrió con su sombra. Se llenaron de temor al entrar la nube.

Y una voz desde la nube decía:

«Este es mi Hijo, el Elegido; escuchadlo».

Después de oírse la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por aquellos días, no contaron a nadie nada de los que habían visto.

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