Las tentaciones de Jesús en el desierto, protagonistas en este primer domingo de Cuaresma

El periodista y sacerdote Josetxo Vera, ahonda en 'Chateando con Dios' en el Evangelio de este domingo, 19 de febrero

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Seguro que todos nosotros tenemos amigos nuestros cercanos, incluso familiares, que no creen en el Señor, que han perdido la fe o que nunca la han encontrado, que el don de la fe todavía no les ha llegado y a nosotros nos gustaría hacerles un anuncio explícito de la fe.

Lo queremos hacer de manera especial en este tiempo de Cuaresma, donde la Iglesia nos invita a prepararnos durante seis semanas seguidas a la gran fiesta de la Pascua. Y como todo lo que se celebra bien, hay que prepararlo bien, la Iglesia nos propone todas estas semanas para conocer mejor lo que vamos a celebrar y preparar nuestro corazón a celebrarlo realmente.

Y tenemos amigos que no conocen al Señor que se pierden esa alegría de la Pascua, de la superación del pecado y de la muerte y nos gustaría dársela a conocer. Un camino buenísimo para esa gente es entregarles el Evangelio, ofrecerles la vida de Jesús. Entre los cuatro Evangelios, uno de ellos es especialmente valioso que es el de San Marcos.

Este Evangelio es el que estamos leyendo a lo largo de los domingos de este año. Este domingo nos habla de una forma muy breve de las tentaciones de Jesús. Hay dos o tres ideas que nos pueden ayudar en nuestra vida cristiana. Sabemos que Jesús, después de ser bautizado, se dirigió al desierto y allí sufrió las tentaciones.

Es un poco como es nuestra propia vida de cristianos, vivir servidos por los ángeles, por el testimonio de los santos, por la Iglesia misma y al mismo tiempo vivir rodeados por las fieras que quieren intentar que hagamos las cosas mal. Y también nosotros somos tentados por el mal, por el demonio.

El Señor fue tentado durante 40 días y 40 noches y salió victorioso yendo a Galilea a predicar el Evangelio. Este tema de las tentaciones lo vivimos en primera persona, nos consuela y nos conforta saber que el Señor fue tentado. Y nos tiene que hacer levantar las antenas para estar atentos, si el demonio quiso tentar a Jesús nuestro Señor, ¿cuánto más lo va a intentar con nosotros?

Las tentaciones que todos tenemos se reducen, más o menos, a cuatro: la fama, el poder, el dinero y el placer. Son las tentaciones que el Señor venció y que todos nosotros tenemos. Se pueden resumir en la tentación de ser nosotros el centro del universo. Es la tentación del yo, quedar por encima de todas las cosas.

Nosotros tenemos la fortaleza de la Iglesia. El Señor busca personas que siempre se levantan. Muchas veces caemos en la tentación y eso no es grave, lo grave es permanecer en la caída. Es la segunda tentación del demonio, decirte que nunca vencerás. Y esa es la tentación que hay que vencer, la humildad de volver a caer y pedir perdón.

No podemos pensar que podemos vivir en un lugar donde las fieras no nos rodean. Al mismo tiempo siempre estaremos rodeados por la Iglesia y por Jesús. En la tentación no tenemos un problema grave. Vivir con paz y cuando caigamos, la ayuda de la gracia para levantarnos.

El Señor va a Galilea y anuncia el Evangelio con dos palabras: “Convertíos y creed en el Evangelio”. Son cosas que no siempre van unidas. La Iglesia nos invita en este tiempo de Cuaresma a convertirnos, que esa fe que tenemos en el corazón, se manifieste en nuestras obras.

También hay gente que conocemos que vive muy entregada a los demás, vive haciendo el bien, pero que no tienen el don de la fe y nadie les ha hablado del Evangelio. Gente que procura hacer bien las cosas, pero que no conoce nada de Jesucristo.

A nosotros nos anima la idea de la conversión, tenemos clara nuestra fe, pero necesitamos convertirnos, cambiar de vida. Ese es el esfuerzo que la Iglesia nos prepara para estas semanas. Vamos a pedir al Señor que cada día tengamos un pequeño objetivo de conversión, de amor al prójimo, de vencer la pereza. Que cada día demos un paso adelante en la conversión, en el cambio de vida. Y si hay tentación, habrá gracia. Dios no se olvida de ti.

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