La celebración del Domingo de Ramos, pórtico de entrada a la Semana Santa

El periodista y sacerdote Josetxo Vera, nos da las claves en 'Chateando con Dios' del Evangelio de este domingo, 28 de marzo

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Este domingo celebramos con toda la Iglesia una de las fiestas más bonitas de la vida cristiana que siempre recordamos, aunque haga tiempo que no vamos a la Celebración de la Eucaristía. Es el Domingo de Ramos en el que todos sacamos los ramos de casa, o los compramos o los cogemos del olivo cercano para acercarnos a la Santa Misa con nuestro ramo en alza.

Acompañamos con la Celebración la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Es el pórtico de la Semana Santa y en esta Celebración escucharemos precisamente como el Señor pasa de la Gloria a la Cruz y a la Resurrección en la escucha del Evangelio sobre la Pasión del Señor.

Lo que celebramos en este día es la concentración del misterio cristiano. Jesucristo es bien recibido por los mismos que unos días después pedirán a Pilato que lo crucifiquen. En el fondo es un resumen de nuestra vida cristiana.

Este Domingo de Ramos escucharemos dos Evangelios. Uno es la entrada de Jesús en Jerusalén y el otro es la Pasión del Señor, el misterio central de nuestra fe, Dios que se hizo Hombre muere en la Cruz para salvarnos del pecado y de la muerte. Es el gran mensaje de la vida cristiana, la gran celebración para todos los cristianos porque el que muere en la Cruz, resucita para salvarnos.

Es lo que vamos a celebrar en estos días santos. El Jueves Santo, en la noche de la Última Cena, recordaremos la institución de la Eucaristía, del ministerio sacerdotal, el mandato de la caridad. El Viernes Santo escucharemos la Celebración de la muerte de Jesucristo. No será la Eucaristía el protagonista, sino la cruz donde muere Jesús. Y en la noche del Sábado Santo, la Vigilia Pascual y la Celebración de la Resurrección de Cristo que aparece al mundo como vencedor de la muerte para siempre.

El pórtico es esta celebración del Domingo de Ramos. Decía que seguramente en la representación de estos judíos que un día le dijeron al Señor “Hosanna, bendito el que viene en el nombre del Señor” y unos pocos días le dijeron a Pilato, "Crucifícale", estamos también nosotros.

Si miramos un poco nuestro día a día somos capaces de alabar al Señor por algo que hemos recibido y un momento después ofenderle, molestarle con nuestro pecado. De alguna forma le dejamos entristecido por las cosas que hacemos mal. Es lo que representa los Evangelios que escucharemos.

Siempre tenemos la esperanza que Jesús nos ofrece la gloria de la resurrección, la liberación del pecado y de la muerte. Para este día es bonita la historia que se cuenta del pollino que lleva a Jesús para la entrada gloriosa a Jerusalén. Cuentan que al anochecer, cuando vuelve a la cuadra y está con los otros animales, les cuenta lo bonito que había sido el día con Jesús. El pollino se creyó que la gente le felicitaba por lo bien que hacia él las cosas, no se dio cuenta de la persona que portaba.

En nuestra vida pasa algo parecido. Somos capaces de creer que las personas nos felicitan por las cosas buenas que hacemos, y no nos damos cuenta de que la verdadera causa de alegría para el mundo en el que vivimos es cuando nosotros somos portadores de Cristo. Este mundo está necesitado de Cristo presente y nosotros tenemos que portar al Cristo a nuestras vidas, a nuestros trabajos, a nuestras familias.

Por eso la invitación de este domingo es no ser un pollino, no te creas que las cosas van bien porque estás tu sino porque Cristo está contigo.

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