La Universidad Internacional Ménendez Pelayo cumple 80 años: Así ha sido su evolución histórica

Mediante un decreto de 10 de noviembre de 1945 fue fundada la institución académica, cuyo nombre incluían palabras significativas en lo que a conciliación ciencia-fe católica se refiere

Menéndez Pelayo

Alfonso V. Carrascosa

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Mediante un decreto de 10 de noviembre de 1945 fue fundada ahora hace 80 años la famosa y bien conocida Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Ya en su nombre se incluían palabras más que significativas en lo que a conciliación ciencia-fe católica se refiere. Hablar de universidad es mencionar un tema intrínsecamente ligado a la Iglesia Católica en tanto que promotora universal del movimiento universitario. En otro plano pero en la misma dirección destaca el dedicar a Menéndez-Pelayo el nombre de dicha institución, persona la de Marcelino Menéndez Pelayo en la que ciencia y fe más que darse la mano se abrazaron de modo singularmente intenso, algo que produjo unos frutos en el mundo intelectual español que gracias a Dios todavía perduran.

   

La relación de Menéndez Pelayo con la Asociación Católica de Propagandistas abunda en este hecho científico de la conciliación ciencia-fe. Sería el Cardenal Herrera Oria el probablemente primero que dejó escritas.

La UIMP no partía de cero, pues recogía la incipiente tradición académica de lo que fue la Universidad Internacional de Verano de Santander, donde se venían impartiendo desde 1926 cursos de verano sobre lengua y literatura españolas para extranjeros por la Sociedad Menéndez Pelayo, con una intensa afluencia de intelectuales hispanos. Esta sociedad fue la responsable fundamental de reanudar en 1938 los cursos de verano. El hecho de recoger una tradición anterior –como se hizo al fundar la UIMP- es lo propio de personas inteligentes y está en sintonía con otro de no menor importancia cual es el de la fundación en plena Edad de Plata y bajo los auspicios de la monarquía constitucional confesional católica de Alfonso XIII de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), que incorporó a sus activos importantes instituciones científicas precedentes tales como el Laboratorio de Investigaciones Biológicas dirigido por Santiago Ramón y Cajal, o los más que veteranos Real Jardín Botánico y Museo Nacional de Ciencias Naturales. Sin embargo la UIMP presentaba novedades merecedoras de ser mencionadas.

En primer lugar, nacía dependiente de la institución científica española más importante de todos los tiempos, cual es el todavía vigente Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), cuyos inequívocos vínculos de ciencia-fe han sido mencionados en ‘El Debate’ y que se pueden repasar aquí . Esta vinculación, con un fuerte componente de hispanidad, se justificaba así en el decreto fundacional:

Las reuniones científicas, las enseñanzas monográficas, los Cursos para extranjeros que han sido organizados en diversas ciudades españolas por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, a través de sus Institutos y en colaboración con algunas Universidades, dan cumplida experiencia para establecer un Centro con planes científicos precisos, en los que, sistemáticamente, se desarrollen programas diversos, y actúen móviles convergentes dedicado a recoger e impulsar la vitalidad cultural del momento, entroncada en la continuidad ascendente de la ciencia ecuménica y española…

También resultaba novedoso la incorporación a los estudios de todo tipo del componente teológico de los mismos, componente que ya se había instalado en el CSIC a través de la fundación del Instituto Francisco Suárez de Teología:

La Universidad Internacional "Menéndez Pelayo" extenderá sus actividades en tres direcciones, que formarán las tres Secciones de la Universidad : en una los problemas económicos, sociales e internacionales se estudiarán en el detalle de su formación actual y en el fundamento de sus motivos teológicos y filosóficos ; otra indagará la fusión de la permanencia clásica y la cultura nacional en el estudio del humanismo español y profundizará en el carácter del pensamiento hispano que ahora en los estratos de nuestra historia, y al mismo tiempo, expondrá las culturas de otras naciones y sus vinculaciones y mutuos influjos ; investigaciones biológicas dedicadas al mar y al campo –la colaboración con el Instituto Oceanográfico- y los trabajos médicos cultivados en el Instituto de Post-graduados "Valdecilla", en colaboración con los Institutos "Cajal" y de Ciencias Médicas- formarán la tercera Sección, y serán homenaje a la magnificencia de la provincia montañesa y a la munificencia de sus mecenazgos . Las tres Secciones serán, pues, como la proyección de los Patronatos "Raimundo Lulio", "Menéndez Pelayo" y "Ramón y Cajal" y "Alonso de Herrera" del CSIC.

Comenzó siendo la sede de la UIMP el edificio del antiguo Hospital de San Rafael destinado a la parte docente e investigadora de la Universidad, siendo el pabellón de dicho hospital destinado a Residencia con el nombre de Colegio de San Rafael. También desarrolló su actividad en el Seminario Diocesano de Monte Corbán. Finalmente su sede se trasladaría al maravilloso Palacio de La Magdalena en 1949, teniendo otra de sus sedes en la actualidad en Madrid, donde también tiene sede la Presidencia del CSIC. El artífice de la creación de la UIMP fue José Ibáñez-Martín, de la Asociación Católica de Propagandistas, exiliado forzoso desde el Madrid del Frente Popular - algo que le costó la vida a su hijita pequeña- y discípulo intelectual de Menéndez-Pelayo. Ibáñez-Martín hubo de sufrir las iras del ateísmo casi del mismo modo a como lo hicieron los estudiantes albergados en el barco prisión Alfonso Pérez atracado precisamente en la bahía de Santander, algunos de los cuales acabaron asesinados. En 1940 salió a la luz la primera entrega de la Edición Nacional de las obras completas de Menéndez Pelayo gracias al empeño personal de Ibáñez Martín, el tomo I de la Historia de las Ideas Estéticas, que señalaba en el prólogo de la misma lo que a su juicio era una deuda de España con el autor por haberla este defendido a ella durante toda su vida, algo que han hecho muchos Propagandistas.

Abundando en el mismo sentido parece obligado comentar que el Cardenal Ángel Herrera Oria (1886-1968) –entonces obispo de Málaga- prologó en su momento un libro titulado ‘Antología General de Menéndez Pelayo’, redactado por un joven propagandista, Sánchez Muniain, uno de los promotores de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC) donde dicha obra vio la luz. El prólogo se puede leer en la reedición que la BAC hizo en 2007 por conmemorarse el 150 aniversario del nacimiento de Menéndez Pelayo, correspondiendo al menos parte de ese prólogo a la intervención que el entonces Obispo de Málaga había pronunciado por la traslación, el 26 de agosto de 1956, de los restos mortales de don Marcelino (y los de su padre y los de su madre) desde el cementerio de Ciriego a la catedral de Santander. Herrera Oria diría en un texto titulado «El pensamiento político de Menéndez Pelayo» que Menéndez Pelayo entendía que hay un principio unitario de la nación española que es el derecho, la ordenación legal, pero que hay además un principio unitario espiritual cuyo fundamental componente es el católico. En dicho prólogo El Cardenal Herrera Oria presentaba a Muniain así: “El señor Sánchez de Muniain, docto catedrático de la Universidad de Madrid ha prestado con la presente Antología un insigne servicio a la cultura patria (…), ha realizado una labor penosa, paciente, concienzuda y sabiamente orientada”.

Por su parte José María Sánchez Muniain (1909-1982) Catedrático de Estética de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid, estrecho colaborador del Cardenal Herrera Oria de quien llegó a ser secretario personal, y redactor de «El Debate» (1930-1933). Impulsó y puso prólogo a una recopilación de versos de los perdedores de la guerra: «Musa redimida. Poesías de los presos en la Nueva España» (Editorial Redención, Madrid 1940, impreso en los Talleres Penitenciarios de Alcalá de Henares). Obtuvo Muniain la cátedra de Estética en la Complutense de Madrid (1945-79), fue consejero de Investigaciones Científicas, cuya revista «Arbor» dirigió; director general de Enseñanza Media (1951) y vicepresidente del Consejo Nacional de Educación (1954). Fundó, con Máximo Cuervo, la Biblioteca de Autores Cristianos, de la que luego fue subdirector y director; y presidió la junta de Editorial Católica (1967), en la que antes había sido consejero delegado de Redacción. Pablo VI le designó (1968) miembro honorario del Estado de la Ciudad del Vaticano. También Muniáin presidió la Junta Nacional de Acción Católica y fue secretario en la Federación de Padres de Familia…Para profundizar en su figura puede leerse esta biografía.

El primer rector de la UIMP fue Ciriaco Pérez Bustamante (1896-1975), que contó con colaboradores como Pedro Laín Entralgo, Rafael Lapesa y Emilio Díaz Caneja, todos ellos católicos fervientes, encabezando y reflejando la calidad intelectual y científica de la extensa nómina de los profesores que ejerció su magisterio en los distintos cursos, cada vez más diversificados y especializados, que fueron configurando el programa general de la institución educativa. Pérez Bustamante fue un insigne historiador, profesor universitario y editor español, miembro de la Real Academia de la Historia y rector durante más de veinte años de la UIMP. Integró la “generación de los años veinte”, y está considerado como uno de los padres del americanismo. Proveniente de familia numerosa de ocho hermanos, se especializó en el estudio del descubrimiento de América y su relación con el Austria Felipe III. Formado durante la católica Edad de Plata, disfrutó desde 1929 de una beca de la Fundación Cartagena para investigar los fondos diplomáticos del Archivo Vaticano en relación con el reinado de Felipe III, y otra de la Academia de la Historia para realizar estudios sobre el mismo monarca en Roma, Berlín y la Sorbona. En 1922 obtuvo la cátedra de Historia General de España en la Universidad de La Laguna, que trasladó a las universidades de Oviedo (1923-24), Santiago de Compostela (1924-1939), Valladolid (1939, de forma solo nominal), y, finalmente, la Universidad Central de Madrid, a la que fue provisionalmente adscrito en 1939 y donde obtuvo la cátedra de Historia Universal Contemporánea en 1941. Su padre Juan Pérez de la Vega fue asesinado por el Ejército del Frente Popular en 1936, tras lo cual huyó a Francia, de donde finalmente acabaría volviendo. Posteriormente desempeñó la de Historia Universal Moderna, acumulando más tarde las cátedras de Historia Política Moderna Universal y de España en la recién creada Facultad de Ciencias Políticas y Económicas (desde el curso 1945-1946), y la de Historia de América en la Edad Moderna y Contemporánea en su misma Facultad de Filosofía y Letras (desde 1947). Fue secretario primero y director después del Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo de Historia, del CSIC, de cuya Revista de Indias fue redactor jefe (1940-1949) y desde 1950 director. Ejerció en la Universidad Central (luego denominada Complutense) hasta su jubilación en 1965. De profundas convicciones católicas, contrajo matrimonio con Ana María de Monasterio y González Encinas con la que tuvo diez hijos. Acabó siendo sustituido en el rectorado de la UIMP por Florentino Pérez Embid, miembro del Opus Dei , de quien se puede encontrar una sucinta semblanza aquí en COPE 

El calado de la conciliación ciencia-fe en la España contemporánea es muy superior al que se cree, y lamentablemente quienes más lo desconocen son los propios católicos. En la Asociación Católica de Propagandistas tal conciliación forma parte de su idiosincrasia constitutiva.

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