Católicos y Científicos: «Carmen Maroto Vela»

Alfonso V. Carrascosa

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Todos los años por estas fechas se activa la presentación de referentes femeninos en los distintos campos de la vida social. El motivo: que el 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer. Y en el ámbito científico se hace ocultamiento explícito de la faceta religiosa de aquellas mujeres que se presentan como referente, como suele ser habitual en cierto tipo de historiografía de la ciencia eminentemente laicista.

No lo vamos a hacer aquí, no al menos con Carmen Maroto Vela ( 1938-), primera mujer miembro de número de la Real Academia Nacional de Medicina desde su origen en 1732, en la que ocupa desde 1998 el sillón número 33, el de Microbiología y Parasitología Médica, especialidad que ha ejercido como catedrática en la Universidad de Granada. Ha sido la primera mujer que ha presidido (2004-2012) una de las dieciséis academias de Medicina en España: la Academia de Medicina de Andalucía Oriental.

Doctora en Medicina y microbióloga, ha desarrollado una importante investigación científica sobre hepatitis A y B, interacciones virales, replicación y transmisión del virus de la hepatitis B y C, cuantificación de la carga viral, aplicación de las técnicas de biología molecular en diferentes virus y estudios de resistencia a antirretrovirus mediante métodos de secuenciación, estudiando así mismo la co-infección, SIDA, hepatitis C y sobre la respuesta inmune e inmunología y biotecnología de los virus de transmisión hemática. Licenciada en la Universidad complutense de Madrid.

Educación religiosa

Nunca ha ocultado que sus primeros estudios los realizó en colegios de monjas: la religión en la escuela no supuso para ella óbice ni cortapisa alguna para el desarrollo de la impresionante carrera científica que ha llevado a cabo. De religiosidad discreta pero profunda, en la Sesión necrológica en memoria del Excmo. Sr. D. Manuel Domínguez Carmona, (Revista An RANM · Año 2018 · número 135, 03, 304-308), dejó escrito:

«Siempre pensé que el ser humano se sabe perecedero, pero aspira a la inmortalidad y, en el fondo, aún a los creyentes, cuesta un gran trabajo considerar la separación del alma y el cuerpo, ya que, en último extremo, como hombres, sólo nos sentimos tales en la integración carnal. E incluso es probable, que el alma tema más su propia muerte, que la del cuerpo…El mismo Kant, que antes citábamos, decía: “El cielo estrellado encima de mí y la ley moral dentro de mí, son la prueba de que hay un Dios encima de mí y un Dios dentro de mí”… Hoy damos gracias a Dios por haber contado con él desde el punto de vista profesional…Si pensamos en él, será más fácil mantener los valores éticos de nuestra vida. Más cerca de la espiritualidad que el ser humano ha buscado siempre. Más cerca, como decía San Juan de la Cruz, de mantener, en una noche oscura, nuestra casa sosegada».

Desde 1973 profesora adjunta de microbiología y parasitología en la Universidad de Granada, llegó a ser vicedecana y jefa de estudios de su Facultad de Medicina, y conquistó la cátedra en su especialidad en 1983. Fue elegida médico del año en 1998. En el año 2000 fue nombrada «Mujer de Europa» que cada año entrega la Unión de Mujeres por Europa bajo el patrocinio del Parlamento Europeo y el Instituto de la Mujer. Ese mismo año recibió la medalla de plata de la Universidad de Granada. Es también jurado en el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica.

Científica, esposa y madre

¡Ah! Se me olvidaba: está casada con el también académico e investigador Dr. Gonzalo Piédrola Angulo y tiene tres hijos: es decir, que además de mujer católica practicante y científica de prestigio, es esposa y madre, hechos estos que la hacen todavía más admirable si cabe. Sin duda fue dotada de una excepcional capacidad.

En una entrevista concedidad a la publicación Médico y Pacientes (07/03/2018 www.medicosypacientes.com) indicó:

«La mujer no ha sido bien considerada a lo largo de la historia, y personajes como Aristóteles (la mujer es sólo un hombre deforme), Erasmo (es un animal inepto y estúpido, aunque agradable y gracioso), o Flaubert (es un animal vulgar, del cual el hombre se ha hecho un ideal demasiado bello), han demostrado claramente el pobre concepto que sobre ellas se tenía…Frente a todo esto, se está tratando de poner toda una serie de soluciones que van, desde una normativa legal para el establecimiento de cuotas, hecho con el que no estoy de acuerdo, porque la mujer, como el hombre, no puede alcanzar la madurez intelectual necesaria para un cargo, por decreto, con el consiguiente peligro de confundir el concepto de excelencia por el de género; una mayor concienciación a nivel científico, y un incremento de la formación con la finalidad de una mejor incorporación a los puestos de trabajo. Creo que siempre tendremos que exaltar la libertad y capacidad de la formación de la mujer, su derecho a conseguir los fines que se haya trazado, sin olvidar nunca su condición femenina. Soy médico y respeto la Biología y la Fisiología. Pienso que las mujeres no debemos olvidar lo que somos, no transformar lo que somos, no renunciar a nuestras neuronas, pero tampoco olvidar nuestras hormonas. Porque están ahí. La Premio Nobel Elizabeth Blackburn, preguntada por un periodista qué había sido más importante para ella, si el nacimiento de su hijo o la recepción de dicho Premio, contestó: La vida es como las mareas: tiene sus bajamares y pleamares. Sabia respuesta».


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