El Papa Francisco recuerda su viaje a Kazajistán: "Se presenta al mundo como lugar de encuentro y de diálogo"

El Santo Padre ha dedicado la catequesis de esta semana a su último viaje apostólico y a su participación en el Congreso de Líderes de las religiones mundiales y tradicionales

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El Papa ha retomado este miércoles 21 de septiembre, tras el viaje a Kazajistán, la Audiencia General en la plaza de San Pedro. Francisco ha querido compartir las experiencias de su viaje a tierras kazajas y ha renovado a las autoridades del país su gratitud “por la cordial acogida que me ha sido reservada y por el generoso empeño profuso en la organización”.

Asimismo, ha dado las gracias a los obispos y a todos los colaboradores “por el gran trabajo que han hecho, y sobre todo por la alegría que me han dado por poder encontrarles y verles a todos juntos”.



El motivo principal del viaje fue su participación en el Congreso de los Líderes de las religiones mundiales y tradicionales, una iniciativa que se lleva adelante desde hace 20 años por las autoridades del país, “que se presenta al mundo como lugar de encuentro y de diálogo, en este caso a nivel religioso, y por tanto como protagonista en la promoción de la paz y de la fraternidad humana”. Francisco ha reconocido al gobierno kazajo su compromiso por la construcción de una paz duradera en el país: “Tras haberse liberado del yugo del régimen ateo, propone ahora un camino de civilización que mantiene unidos política y religión, sin confundirlas ni separarlas, condenando claramente fundamentalismos y extremismos”.

El Papa recordó la Declaración final del Congreso, “que va en continuidad con la que se firmó en Abu Dabi en febrero de 2019 sobre la fraternidad humana […] los momentos solemnes son importantes, pero después está el empeño cotidiano, es el testimonio concreto que construye un mundo mejor para todos”.

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Este viaje le permitió al Santo Padre además encontrar a las autoridades de Kazajistán y a la Iglesia que viven en esta tierra: “Destaqué la vocación del país de ser un lugar de encuentro: en él, de hecho, conviven cerca de 150 grupos étnicos y se hablan más de 80 lenguas. Esta vocación, que se debe a sus características geográficas y a su historia, fue acogida y abrazada como un camino que merece ser animado y sostenido”. Kazajistán, ha subrayado el Papa, “ha hecho elecciones muy positivas, como la de decir “no” a las armas nucleares y la de buenas políticas energéticas y ambientales”.

En lo que se refiere a la Iglesia, al Papa le alegró mucho “encontrar una comunidad de personas contentas, alegres, con entusiasmo”. Reconociendo la minoría de los católicas, el Papa cree que esta condición, “si es vivida con fe, puede llevar frutos evangélicos: sobre todo la bienaventuranza de la pequeñez, del ser levadura, sal y luz contando únicamente con el Señor y no en alguna forma de relevancia humana”.



Esta escasez numérica invita además, según Francisco, “a desarrollar las relaciones con los cristianos de otras confesiones, y también la fraternidad con todos. Por tanto, pequeño rebaño, sí, pero abierto, no cerrado, no defensivo, abierto y confiado en la acción del Espíritu Santo, que sopla libremente donde y como quiere”.

Francisco recordó la Eucaristía celebrada en Nursultán: “En un mundo en el cual progreso y regreso se cruzan, la Cruz de Cristo permanece el ancla de salvación: signo de la esperanza que no decepciona porque está fundada en el amor de Dios, misericordioso y fiel. A Él va nuestro agradecimiento por este viaje, y nuestra oración para que sea rico de frutos para el futuro de Kazajistán y para la vida de la Iglesia peregrina en esa tierra”.

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