El Papa Francisco reclama a Europa respuesta ante la inmigración: “No es un virus del que hay que defenderse"

En su primer discurso en Malta ante el Cuerpo Diplomático, el Papa reclama a los estados luchar por la paz: "Reunámonos en conferencias donde el tema central sea el desarme"

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La necesidad de un mundo en paz y la acogida a los inmigrantes son las dos cuestiones que ha abordado el Papa Francisco en su encuentro con el Cuerpo Diplomático de Malta, que se ha producido en el Palacio 'Gran Maestro' de La Valeta, la capital del país.

En su alocución, seguida por cientos de malteses a través de las pantallas habilitadas en el exterior del palacio, el Santo Padre ha lamentado que en el Este europeo haya resurgido “las tinieblas de la guerra”, cuando el mundo pensaba que las invasiones a otros países y las “amenazas atómicas” ya formaban parte del pasado.

Conflictos bélicos que Francisco, sin citar a Putin, atribuye a las pretensiones “nacionalistas” de ciertos poderosos. Por ello, insta a la sociedad a no decaer y no hacer desaparecer “el sueño de la paz”, ya que ha recordado que “la paz produce bienestar y la guerra solamente pobreza”.



En este sentido, Francisco afirma que un país como Malta puede inspirar al mundo gracias a la luz propia que le concede estar en el corazón del Mediteráneo: “Necesitamos compasión y cuidados, no visiones ideológicas y populismos que se alimentan de palabras de odio y no se preocupan de la vida concreta del pueblo, de la gente común”, ha subrayado el Pontífice.

El Papa lamenta que se haya debilitado el entusiasmo por la paz que propició el final de la II Guerra Mundial

El obispo de Roma se ha retrotraído a hace más de seis décadas, cuando el mundo estaba amenazado por la destrucción y los polos ideológicos opuestos. Una realidad que, ha advertido, no ha desaparecido, ya que vuelve a aparecer en forma de “nuevos imperialismos, en la agresividad generalizada, en la incapacidad de tender puentes y de comenzar por los más pobres”.

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Un mal que, como denuncia el Papa, se lleva gestando durante años gracias a las grandes inversiones en armamento. Una realidad contraria al anhelo de paz, recuerda Francisco, que surgió tras el final de la Segunda Guerra Mundial: “Es triste ver cómo el entusiasmo por la paz, que surgió después de la Segunda Guerra Mundial, se haya debilitado en los últimos decenios, así como el camino de la comunidad internacional, con pocos poderosos que siguen adelante por cuenta propia, buscando espacios y zonas de influencia. Y, de este modo, no sólo la paz, sino tantas grandes cuestiones, como la lucha contra el hambre y las desigualdades han sido de hecho canceladas de las principales agendas políticas”, ha manifestado.

La solución a estos males ha de ser global, precisa el Sucesor de Pedro, “en reunirnos en conferencias internacionales por la paz “donde el tema central sea el desarme, con la mirada dirigida a las generaciones que vendrán. Y que los cuantiosos recursos que siguen siendo destinados a los armamentos se empleen en el desarrollo, la salud y la alimentación”.

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Francisco y la inmigración: “No es un virus del que hay que defenderse, sino una persona que hay que acoger”

Al hilo de ello, Francisco ha hecho alusión al drama de la inmigración, recordando que Malta es un país hasta donde llegan miles de personas que huyen de sus orígenes en busca de un porvenir. El Santo Padre ha agradecido a las autoridades y a la población maltesa por la acogida que ofrecen a estos migrantes. No en vano Malta significa 'puerto seguro', como ha especificado el propio Francisco en su discurso ante el Cuerpo Diplomático.

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No obstante, el Papa ha lamentado que una de las grandes lacras de nuestro tiempo es el fenómeno migratorio que requiere de respuestas “amplias y compartidas”. En este sentido, el obispo de Roma considera que se trata de un problema que atañe a todos, por lo que la carga no debe corresponder a solo algunos países, mientras otros permanecen indiferentes.

“Y países civilizados no pueden sancionar por interés propio acuerdos turbios con delincuentes que esclavizan a las personas. El Mediterráneo necesita la corresponsabilidad europea, para convertirse nuevamente en escenario de solidaridad y no ser la avanzada de un trágico naufragio de civilizaciones”, ha alertado.

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En este punto, Francisco ha hecho alusión a la experiencia vivida hace 2.000 años por el apóstol San Pablo, que en su última travesía en el Mediterráneo llegó a estas costas de manera inesperada y fue socorrido: “Después, mordido por una víbora, pensaron que era un asesino; pero luego, al ver que no le pasó nada malo, fue en cambio considerado un Dios”, explica el Papa.

“Pablo era un hombre, necesitado de acogida. La humanidad está ante todo y recompensa en todo. Lo enseña este país, cuya historia se ha visto beneficiada por la llegada forzosa del apóstol náufrago. En nombre del Evangelio que él vivió y predicó, ensanchemos el corazón y descubramos la belleza de servir a los necesitados”, ha rogado.

De esta manera, ha reclamado a los estados y a la población del primer mundo a no ver al migrante como una amenaza y a no ceder a la tentación “de alzar puentes levadizos y de erigir muros”. “No es un virus del que hay que defenderse, sino una persona que hay que acoger, y el ideal cristiano siempre invitará a superar la sospecha, la desconfianza permanente, el temor a ser invadidos, las actitudes defensivas que nos impone el mundo actual”, ha recalcado el Santo Padre.

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