Francisco recuerda que “el Evangelio nos desafía a salir del individualismo y a superar el egoísmo”

El Santo Padre nos invita en el Ángelus a "reavivar la llama de la fe", para que no se convierta "en una realidad secundaria o en un medio de bienestar individual"

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El Papa Francisco ha realizado este domingo el rezo del Ángelus desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano antes centenares de fieles. El Evangelio de hoy nos habla sobre una expresión de Jesús que siempre impacta. “He venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!”. Francisco explica esta expresión indicando que “Jesús vino a traer el Evangelio al mundo. Nos está diciendo que el Evangelio es como un fuego, porque es un mensaje que, cuando irrumpe en la historia, quema los viejos equilibrios de la vida, nos desafía a salir del individualismo, a superar el egoísmo, a pasar de la esclavitud del pecado y de la muerte a la vida nueva del Resucitado".



Amar hasta el extremo

El Santo Padre ha incidido en que “el Evangelio no deja las cosas como están, sino que incita al cambio e invita a la conversión”. Ha puesto como ejemplo las huellas de los profetas bíblicos Elías y Jeremías que exponían que “Jesús está inflamado por el fuego del amor de Dios y, para hacerlo arder en el mundo, se entrega él mismo el primero de todos, amando hasta el extremo, incluso hasta la muerte y la muerte de cruz”.

Invitación a reavivar la llama de la fe

Francisco reflexiona sobre qué significa para nosotros esa palabra de Jesús y afirma que “nos invita a reavivar la llama de la fe, para que no se convierta en una realidad secundaria, o en un medio de bienestar individual, que nos lleve eludir los desafíos de la vida y del compromiso en la Iglesia y en la sociedad”.

Por último el Pontífice nos invita a realizarnos una serie de preguntas a nivel interno: “¿Soy un apasionado por el Evangelio? ¿Lo leo a menudo? ¿Lo llevo conmigo? La fe que profeso y celebro, ¿me sitúa en una tranquilidad feliz o enciende en mí el fuego del testimonio? En nuestras comunidades, ¿arde el fuego del Espíritu, la pasión por la oración y la caridad, la alegría de la fe, o nos dejamos arrastrar por el cansancio y las costumbres, con el rostro apagado y el lamento en los labios?". Por último, Francisco nos exhorta a revisar todo esto para “que también nosotros podamos decir como Jesús: Estamos inflamados por el fuego del amor de Dios y queremos “lanzarlo” al mundo, llevarlo a todos, para que cada uno descubra la ternura del Padre y experimente la alegría de Jesús, que ensancha el corazón y hace bella la vida”.

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