El mensaje del Papa Francisco a los sacerdotes durante la Misa Crismal: "¡Fuera la desesperación! Dios nunca falla”
En su homilía de este Jueves Santo, leída por el cardenal Calcagno, Francisco ha alentado a los sacerdotes a redescubrir la alegría de su vocación y a convertirse en “profecías cumplidas” al servicio del pueblo

La Misa Crismal en la Basílica Vaticana
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El Papa Francisco ha llamado a los sacerdotes en este Jueves Santo a vivir su vocación como “un ministerio de esperanza” y no como una carrera clerical. Lo ha hecho a través de una homilía leída en su nombre por el cardenal Domenico Calcagno, presidente emérito de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), durante la Misa Crismal en la Basílica de San Pedro: “Peregrinos de esperanza, estamos llamados a salir del clericalismo y convertirnos en anunciadores de esperanza”.
Francisco ha recordado que el sacerdocio nace de una historia personal con Dios y que “sólo podemos leer esa historia desde Jesús de Nazaret”. También ha animado a los sacerdotes a buscar en las Escrituras su propia “palabra vocacional”, aquella que ilumina su camino y les da sentido, tal como Jesús hizo en la sinagoga de Nazaret al proclamar la llegada de un año de gracia: “Cada uno de nosotros tiene una Palabra que cumplir. Ayudemos también a otros a encontrar las páginas de su vida”.
"puro servicio al pueblo sacerdotal"
Durante la ceremonia, en la que se han consagrado los santos óleos que se usarán durante todo el año en los sacramentos, el Papa ha puesto el foco en el servicio: “El sacerdocio ministerial es puro servicio al pueblo sacerdotal, que pronto habitará una ciudad sin necesidad de templo”.
También ha sido contundente al afirmar que el pueblo fiel distingue cuándo las palabras del sacerdote son verdaderas: “Los pobres, los niños, los adolescentes, las mujeres y también quienes han sido heridos en su relación con la Iglesia tienen ‘olfato’ para el Espíritu Santo. Lo reconocen cuando coinciden en nosotros el anuncio y la vida”.
" ¡nunca hay que desanimarse, porque es obra de Dios!"
Inspirado por el Apocalipsis, Francisco ha dibujado una visión del sacerdocio como una esperanza encarnada, que debe traducirse en hechos concretos: “No hay gracia, ni Mesías, si las promesas permanecen solo como promesas, si no se hacen realidad aquí abajo”. Y ha añadido que “podemos convertirnos en una profecía cumplida, ¡y eso es hermoso!”

Celebración de la Misa Crismal en la Basílica de San Pedro
Asimismo, ha llamado a no dejarse llevar por el desánimo: “¡Fuera la desesperación! (…) Pongan atención, ¡nunca hay que desanimarse, porque es obra de Dios! ¡Creer, sí! ¡Creer que Dios no fracasa conmigo! Dios nunca falla. Recordemos aquella frase durante la Ordenación: ‘Que Dios mismo lleve a término esta obra buena que en ti ha comenzado’”.
"Recen hoy por la alegría de los sacerdotes"
En el tramo final de su homilía, Francisco ha insistido en que el Reino de Dios avanza “como la semilla, silenciosamente”, y que muchas veces los frutos del ministerio se ven a lo largo del tiempo: “Es Dios quien hace crecer y quien unge a sus siervos con óleo de alegría. Muchos miedos nos habitan, pero un mundo nuevo ya ha surgido”.
El Papa ha concluido con una súplica al pueblo: “Recen hoy por la alegría de los sacerdotes. Que llegue a ustedes la liberación prometida por las Escrituras y alimentada por los sacramentos”.