León XIV reza por las víctimas del atentado en la escuela secundaria de Austria
El Papa ha pedido que dejemos de aferrarnos a nuestras aparentes seguridades: "Si realmente lo deseas, ¡sigue gritando!"

Madrid - Publicado el - Actualizado
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El Papa León XIV, asegura su oración por las victimas de la tragedia del atentado de la escuela secundaria de Austria, "que el señor acoja con su paz a estos hijos".
Ha pedido también por los jóvenes, enfermos y recién casados: "el próximo domingo celebraremos la solemnidad de la Santísima Trinidad, deseo que se introduzca cada vez mas para que en toda circunstancia cumpláis la bendición de Dios".
En una plaza abarrotada con más de 40 mil fieles presentes, en español ha saludado a los grupos de España, México, Ecuador y Venezuela. A quienes ha invitado a llevar con confianza ante Jesús nuestras enfermedades y la de los seres queridos. Y ha pedido dar voz a los hermanos que sienten que no tienen salida.

Además, pide no perder nunca la esperanza, aun cuando nos sintamos solos y caídos, porque nos recuerda que Dios siempre escucha. "Seamos capaces de no aferrarnos a nuestras aparentes seguridades que muchas veces nos impiden caminar".
Si realmente lo deseas, ¡sigue gritando!
El Papa León XIV continúa con las catequesis, en este caso poniendo la mirada en un aspecto esencial de la vida de Jesús, sus curaciones: "os invito a presentar ante el Corazón de Cristo las partes más doloridas o frágiles de ustedes, aquellos lugares de su vida en los que se sienten paralizados y bloqueados. ¡Pidamos al Señor con confianza que escuche nuestro grito y nos cure!".
En esta ocasión el Papa nos presenta a Bartimeo, un hombre ciego y mendigo, que Jesús encontró en Jericó. El lugar es significativo: Jesús se dirige a Jerusalén, pero comienza su viaje, por así decirlo, desde los «infiernos» de Jericó, ciudad que se encuentra por debajo del nivel del mar.
A diferencia del gran movimiento de personas que camina detrás de Jesús, Bartimeo permanece inmóvil. El evangelista dice que está sentado al borde del camino, por lo que necesita que alguien lo levante y lo ayude a seguir caminando. "¿Qué podemos hacer cuando nos encontramos en una situación que parece sin salida? Bartimeo nos enseña a apelar a los recursos que llevamos dentro y que forman parte de nosotros. Él es un mendigo, sabe pedir, ¡es más, puede gritar! Si realmente deseas algo, haz todo lo posible por conseguirlo, incluso cuando los demás te reprenden, te humillan y te dicen que lo dejes. Si realmente lo deseas, ¡sigue gritando!", dice León XIV.

El grito de Bartimeo, relatado en el Evangelio de Marcos, se ha convertido en una oración muy conocida en la tradición oriental, que también nosotros podemos utilizar: «Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, que soy pecador».
Bartimeo es ciego, ¡pero paradójicamente ve mejor que los demás y reconoce quién es Jesús! Ante su grito, Jesús se detiene y lo llama: "porque no hay ningún grito que Dios no escuche, incluso cuando no somos conscientes de dirigirnos a él".
Parece extraño que, ante un ciego, Jesús no se acerque inmediatamente a él; pero, si lo pensamos bien, es la forma de reactivar la vida de Bartimeo: lo empuja a levantarse, confía en su posibilidad de caminar. Ese hombre puede ponerse de pie, puede resucitar de su situación de muerte. Pero para ello debe realizar un gesto muy significativo: ¡debe arrojar su manto!
Muchas veces lo que nos bloquea son precisamente nuestras aparentes seguridades, lo que nos hemos puesto para defendernos y que, en cambio, nos impide caminar. Para ir a Jesús y dejarse curar, Bartimeo debe exponerse a Él en toda su vulnerabilidad.

Este es el paso fundamental para todo camino de curación. Incluso la pregunta que Jesús le hace parece extraña: «¿Qué quiere que haga por ti?». Pero, en realidad, no es obvio que queramos curarnos de nuestras enfermedades, a veces preferimos quedarnos quietos para no asumir responsabilidades. La respuesta de Bartimeo es profunda: utiliza el verbo anablepein, que puede significar «ver de nuevo», pero que también podríamos traducir como «levantar la mirada».
Bartimeo, de hecho, no solo quiere volver a ver, ¡también quiere recuperar su dignidad! Para mirar hacia arriba, hay que levantar la cabeza. A veces las personas se bloquean porque la vida las ha humillado y solo desean recuperar su valor.

Lo que salva a Bartimeo, y a cada uno de nosotros, es la fe. Jesús nos cura para que podamos ser libres. Él no invita a Bartimeo a seguirlo, sino le dice que se vaya, que se ponga en camino, sin embargo, concluye el relato refiriendo que Bartimeo se puso a seguir a Jesús: ¡ha elegido libremente seguir a Aquel que es el Camino!
Queridos hermanos y hermanas, llevemos con confianza ante Jesús nuestras enfermedades, y también las de nuestros seres queridos, llevemos el dolor de quienes se sienten perdidos y sin salida. Clamemos también por ellos, y estemos seguros de que el Señor nos escuchará y se detendrá.