León XIV anima a la Iglesia latina y caribeña mantener su “servicio misionero” ante la "pobreza ocasionada por las continuas crisis”
Prevost ha expresado en un telegrama su cercanía y gratitud al Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM), reunido en Asamblea Ordinaria, por su labor evangelizadora desarrollada durante 70 años

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El Papa León XIV ha expresado en un telegrama su cercanía y gratitud al Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM) por la labor evangelizadora desarrollada durante 70 años por este organismo eclesial, reunido con motivo de su 40ª Asamblea General Ordinaria.
“Saludo cordialmente a todos los obispos de América Latina y el Caribe, reunidos en espíritu colegial”, ha comenzado el Pontífice en su mensaje, subrayando la importancia del discernimiento conjunto ante los desafíos que enfrenta hoy la Iglesia en el continente. Robert Prevost ha destacado que el CELAM es un verdadero “signo de colegialidad” y un instrumento esencial de colaboración pastoral entre las conferencias episcopales.
En su mensaje, el Santo Padre se ha unido a la acción de gracias por esta significativa efeméride, subrayando el papel del consejo como “órgano de servicio” en favor del “santo pueblo fiel de Dios que peregrina en ese amado continente”.
“Anunciar el mensaje de salvación”
En un momento histórico marcado por “tribulación y pobreza ocasionadas por las continuas crisis”, el Papa ha alentado a los obispos a mantener la esperanza y renovar la misión evangelizadora. “Tenemos urgente necesidad de recordar que es el Resucitado, presente en medio de nosotros, quien protege y guía a la Iglesia”, ha afirmado.
Citando la carta a los Romanos, recordó que el amor ha sido derramado en los corazones de los creyentes “por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rm 5,5), e instó a “salir al encuentro de tantos hermanos y hermanas” con el anuncio del Evangelio.
Finalmente, ha agradecido al CELAM por su “servicio de animación misionera” y pidió oraciones por su ministerio petrino. “Invocando la constante protección de Nuestra Señora de Guadalupe, les imparto de corazón la bendición apostólica”, concluye el telegrama del Papa León XIV.