León XIV anima a las comunidades cristianas del Líbano a crear "un clima fraterno” para superar la crisis provocada por la guerra

León XIV ha animado a las comunidades cristianas del Líbano a perseverar en su misión en medio de la crisis que atraviesa el país, durante el encuentro que ha mantenido con obispos, sacerdotes y consagrados en el Santuario de Nuestra Señora del Líbano, en Harissa.

En su discurso, el Santo Padre ha ensalzado la “tenacidad” del pueblo libanés, y ha recordado las palabras de Juan Pablo II al pueblo libanés durante su Viaje Apostólico de 1997, recalcando que son los sacerdotes y consagrados “los responsables de la esperanza” y les invita a seguir “creando un clima fraterno” allí donde ejercen su ministerio, para que “triunfe la fuerza regeneradora del perdón y de la misericordia”.

El Pontífice ha dedicado parte de su discurso a explicar el símbolo del ancla presente en el logotipo de su viaje, evocando una conocida catequesis de su antecesor Francisco. “Nuestra fe es el ancla en el cielo. Agarrar la cuerda y seguir adelante”, ha precisado el obispo de Roma, añadiendo que solo desde esa firmeza interior es posible “amar sin miedo a perder lo efímero y dar sin medida”.

En este sentido, el Sucesor de Pedro ha destacado el papel del Santuario de Harissa y la figura de san Chárbel (ermitaño libanés en cuya tumba ha rezado este lunes el Papa) como raíces espirituales que mantienen viva la capacidad de resistencia del pueblo. “Nuestra oración, puente invisible que une los corazones, nos da la fuerza para seguir esperando y trabajando, incluso cuando a nuestro alrededor retumba el ruido de las armas”, ha expresado.

 Convivencia entre religiones y acogida de los migrantes  

El Papa León XIV ha agradecido los testimonios presentados durante el encuentro, los cuales muestran, a su juicio que la caridad sigue siendo un punto de apoyo en la vida cotidiana del país. En este punto ha evocado, por ejemplo, la experiencia de la pequeña comunidad de Debbabiyé, donde cristianos y musulmanes “conviven pacíficamente y se ayudan mutuamente”, incluso en condiciones extremas. La imagen de la moneda siria encontrada entre las limosnas le sirvió para recordar que “en la caridad cada uno tiene algo que dar y que recibir”.

También ha hecho referencia al testimonio de Loren, dedicada desde hace años a la atención de migrantes. La historia de dos refugiados, James y Lela, lleva al Papa a denunciar que “ante dramas semejantes no podemos permanecer indiferentes”, y a recordar que las comunidades cristianas deben recibir siempre al que llega “con un “¡Bienvenido a casa!”

Del mismo modo, el Pontífice ha elogiado el trabajo de la hermana Dima, quien mantuvo su escuela abierta en medio de la violencia para convertirla en un centro de acogida. Allí, señala el Papa, se enseña a “compartir el pan, el miedo y la esperanza” y a “creer en un futuro diferente más allá de toda expectativa”.

El Papa ensalza la escuela y las cárceles como espacios de conversión y esperanza    

Además, León XIV ha animado a las instituciones educativas católicas a continuar esta labor, uniendo siempre “la formación de la mente” con “la educación del corazón”. Por otro lado, el obispo de Roma ha valorado también la misión pastoral en las cárceles, donde es posible ver en los reclusos “ojos iluminados por una nueva esperanza”. “Vemos el rostro de Jesús reflejado en quienes sufren”, señala el Papa, anunciando la entrega de la Rosa de Oro al Santuario como símbolo del llamado a “ser perfume de Cristo” en la vida diaria.