El párroco de la Cañada Real: “El corte de suministro pone en riesgo la vida de todos”

El P. Agustín advierte que esta situación no entiende de edades: “Hay vecinos que necesitan enchufarse a una máquina para respirar, los medicamentos y alimentos no se conservan...”

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Pese a que el foco mediático sobre la Cañada Real se ha puesto en los últimos meses como consecuencia del corte de suministro eléctrico que afecta desde el 2 de octubre a los más de 4.500 vecinos que ocupan el asentamiento, lo cierto es que el aislamiento y abandono por parte de las administraciones viene de lejos.El párroco de Cañada, el sacerdote Agustín Rodríguez, lo remonta a hace ochenta años.

“A partir de los 2.000 es cuando empieza a ser mediática, para lo bueno y para lo malo. La prensa se ha cebado bastante, especialmente tras el paso de 'Filomena', que fue una explosión”, ha precisado el cura en declaraciones a Aleluya, que conoce bien la realidad de la zona tras casi tres lustros al frente de la parroquia de Santo Domingo de la Calzada, ubicada junto a los asentamientos.

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Sin embargo, el Padre Agustín considera que este foco mediático en torno a la Cañada, ha contribuido a crear una realidad estigmatizada de sus gentes: “Se ha desinformado mucho. Claro que hay que subrayar que en Cañada está el mayor mercado de la droga de toda España, pero junto a eso hay que remarcar que ese mercado de droga abarca solo 1,5 kilómetros de los 16 que tiene todo el barrio”.

"Cañada Real no es un barrio peligroso"

Otro de los mitos que ha querido desmontar es que la Cañada Real sea un barrio peligroso: “Yo he llegado a leer que en Cañada Real la policía no se atrevía a entrar por el yihadismo. Es de fábula. No es peligroso. La zona de tráfico de droga es un entorno más agresivo, no es agradable verlo porque hay gente deteriorada, pero es un kilómetro. En el resto, del sector 1 al 5, es como otro barrio en el que puedes pasear. La policía permanentemente está en Cañada, entre otras cosas para controlar el menudeo de venta de droga”.

Lo que no admite discusión es que la pobreza azota a la mayor parte de Cañada Real, agudizada por el corte de suministro de estos meses. Una realidad frente a la que algunos de los vecinos no se resignan y continúan en la lucha: “Quieren recuperar esa dignidad que te arrancan con el corte de luz. Son vecinos conscientes de que la externalización del conflicto les va a ayudar a reivindicarse ya que, si nadie lo conociese, no levantaría solidaridades o la ayuda de entidades como Cáritas en Madrid. Hay un rechazo al silencio y a la oscuridad, por lo que hay predisposición para atender a la prensa, pero hay otros que se aburren, se cansan y se preguntan… ¿Para qué?”

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"El corte de suministro pone en riesgo la vida de la gente"

Las historias y los dramas personales de los vecinos el Padre Agustín prefiere guardarlas para sí mismo, aunque todos las imaginamos. Vivir hoy por hoy en Cañada Real, es un infierno: “Las noche son infernales. Es una vergüenza y una indecencia que no tengamos posibilidad de atajar esto, es una locura. Es una situación límite”.

Una situación límite que afecta a todos, aunque con algunas particularidades en función de la edad, tal y como indica el sacerdote de Cañada Real: “En los menores implica perder un curso. A la hora de hacer deberes, tener la ropa lista, conectarse telemáticamente para las clases... Muchos van a perder el curso. Y en el caso de los mayores, tenemos personas dependientes enchufadas a una máquina para poder respirar. Hay medicamentos que se tienen que conservar en la nevera y no se puede. En los meses de invierno el problema es la luz, pero en verano será la alimentación, porque no se conservan los alimentos al no funcionar los frigoríficos. Es algo que afecta a todo el año y a toda la población en general, y pone en riesgo vidas”, lamenta el párroco.

Pese al drama que se vive en Cañada Real, el sacerdote ha reivindicado el comportamiento ejemplar de la mayoría de los habitantes: “Si esto mismo ocurre en otros barrios de Madrid, arte. La Cañada tiene fama de gente cabal, respetuosa y civilizada. No ha habido ningún brote de violencia pese al dolor y la sensación de no haber salida, más allá de algunos chavales que hayan podido hacer alguna barbaridad”.

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El papel de la Iglesia en Cañada Real

La parroquia Santo Domingo de la Calzada, de la que es sacerdote el Padre Agustín, trabaja de manera incansable para, en la medida de lo posible, paliar la pobreza de los vecinos, que es de mayoría musulmana: “La fe se vive con profundidad”.

“Lo primero que hacemos desde la parroquia es romper con el esquema de ir allí a ayudar. La parroquia está ahí, se hace presente y vive la vida del entorno. Lo que nosotros intentamos es que sea una casa abierta en la que cualquiera pueda disponer de ella; intentamos fomentar al máximo que la gente pueda reencontrarse con la dignidad que fuera le niegan como drogodependientes. Tenemos al lado un centro de reducción del daño, una unidad móvil de la agencia antidroga... Tratamos de mejorar sus condiciones de vida. Tratamos de paliar la extrema pobreza y vulnerabilidad para que una familia no se venga abajo, sino que les ayudemos a afrontar la cotidianidad”, explica el religioso.

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El contexto en el que viven en Cañada Real, transmitir una palabra de esperanza parece complicado, ya que como explica el sacerdote, “Es mejor no generar una esperanza que no puede ser cierta, por lo que es mejor callarse. La tradición cristiana nos enseña a vivirlo, y a veces solo se puede estar y no decir. Hay que estar a los pies de la Cruz. Dios está harto de haya unos cuantos que tengan como escudo humano a toda la población de Cañada”, reflexiona el Padre Agustín Rodríguez.

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