“Vivimos en un sufrimiento que la gente de Nicaragua está soportando como una cruz”
ECCLESIA ha podido hablar con dos personas exiliadas de este país, quienes explican que "la situación real es peor de lo que la gente se puede imaginar"

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Nicaragua está viviendo una dramática situación debido a la dictadura impuesta por el gobierno de Daniel Ortega. Hace escasos días cerraba otra nueva emisora de radio católica y esta es solo una muestra más de la macabra persecución que se cierne sobre el pueblo nicaragüense y especialmente sobre la Iglesia. ECCLESIA ha podido hablar con dos personas exiliadas de este país y que por motivos de seguridad no serán nombradas en este artículo.
“La situación real es peor de lo que la gente se puede imaginar. Es una situación muy delicada. Tenemos asilo político concedido a día de hoy, pero esto viene sucediendo desde 2018”. Con estas palabras se pone en alerta de lo complicado que es convivir en paz en este momento en Nicaragua.
La realidad no sale a la palestra en gran medida porque el gobierno de Ortega controla todos los medios de comunicación y no pueden ser altavoz del pueblo. La Iglesia, por su parte, está totalmente identificada con el pueblo porque está sufriendo el día a día del país. “No hay instituciones fiables y el dictador tiene los tentáculos en todos los sitios posibles. La Iglesia lo que ha hecho es estar apoyando y entendiendo el sufrimiento del pueblo, y por eso los están persiguiendo” explican.
El gobierno nicaragüense no tiene ningún tipo de escrúpulos y no les importa matar, de hecho lo hacen. Empezaron con represión y ya han quemado varias imágenes de distintas iglesias y han profanado otras tantas. “Están persiguiendo principalmente a sacerdotes, inventando historias para meterlos presos y tenerlos reprimidos. Profesar la fe así es muy difícil porque no hay religiosas, no hay templos, no hay sacerdotes disponibles, no hay Conferencia Episcopal. No hay nadie que no esté en el punto de mira del gobierno de Daniel Ortega y eso es muy triste”.
El miedo está en la población y es una realidad palpable. Daniel Ortega tiene tentáculos en todas partes e identifican muy rápidamente a aquellos que no piensan como él. Hace escasos días un periodista mexicano fue advertido: “Si vas a estar aquí, vas a estar calladito. Si hablas vas a salir en una bolsa”, cuentan estas personas. “Lo que ha sufrido el pueblo nicaragüense es impresionante. Ortega tiene muchos asesinatos desde la década de los ochenta hasta el día de hoy y todavía se siguen sucediendo. Son muertes silenciadas”.
Nicaragüenses exiliados
“Hay muchos nicaragüenses exiliados porque no se puede vivir de una manera digna. Si quieres vivir allí tienes que tener una bala apuntando a la cabeza constantemente. La Iglesia nos está pidiendo que no perdamos la esperanza, pero es un poco desesperante porque ves que no hay respuesta. El gobierno ya perdió su máscara y son gente psicópata y no les importa seguir matando. Es un sufrimiento que el pueblo está llevando como una cruz”.
La visita de Juan Pablo II
La persecución de Ortega no es algo actual. Ya en los años 80, en su primer mandato, aterrorizó a la población nicaragüense y perseguía a los religiosos. El Papa San Juan Pablo II visitó Nicaragua en marzo de 1983 con el objetivo real de poder tener un diálogo con este gobierno y poder defender al pueblo religioso.
La Iglesia estuvo de lado del pueblo en las revueltas de 2018 ante la opresión de Ortega y este se lo tomó como una injerencia. No quería que la Iglesia se metiese en su política y aprovechó esa encrucijada para volver a encender la mecha de la represión sobre los sacerdotes, escudándose en que estos querían dar un golpe de estado.

“Quisieron quemar una catedral diciendo que fue culpa de las velas, pero nadie los quiere cree”, manifiestan. Ahora han expulsado del país a sacerdotes y actualmente tienen retenido a Monseñor Rolando Álvarez con la misma excusa de que él anda moviendo gente para que se alcen contra su régimen. “El miedo que tenemos es que sabemos que son capaces de todo y por eso estamos protestando por todos lados. Lo único que pedimos es su liberación. La Iglesia únicamente ha tenido un papel mediador entre el pueblo y el gobierno, pero el gobierno no quiere dialogar. Firmaron el primer acuerdo y no cumplieron con su palabra”.
Las palabras del Papa Francisco
“Estamos moviéndolo todo para que el Papa Francisco también nos ayude, pero como católicos nos sentimos muy mal por lo que él dijo del diálogo. Pensamos que con el diablo no se puede dialogar. Porque él mismo lo ha dicho. Cuántos diálogos hemos hecho ya y no cumplen. Lamentablemente tuve que dejar mi empleo porque tuve miedo y tuve que huir como hará mucha gente debido a la gran represión que sigue habiendo día tras día en Nicaragua”.