12 inspiradoras oraciones para rezar al Espíritu Santo

En Pentecostés recordamos la venida del Espíritu Santo, te ofrecemos varias oraciones para poder rezarle

Víctor C. Bustillo

Tiempo de lectura: 5’

El domingo de Pentecostés se conmemora aquel día que el Jesucristo el Espíritu Santo a sus apóstoles. Desde entonces, los feligreses le rezan con devoción, pidiéndole que transforme sus vidas. En las páginas web "Corazones", "Directorio Franciscanos" y "Devocionario" se pueden encontrar numerosas oraciones para rezar al Espíritu Santo. Ofrecemos algunas de las oraciones más conocidas:

1. ¡Ven Espíritu Divino! (Secuencia de Pentecostés, el himno más antiguo)

Ven, Espíritu Divino
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.

2. Laudes de Pentecostés

¡El mundo brilla de alegría! 
¡Se renueva la faz de la tierra! 
¡Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo!

Ésta es la hora 
en que rompe el Espíritu 
el techo de la tierra, 
y una lengua de fuego innumerable 
purifica, renueva, enciende, alegra 
las entrañas del mundo.

Ésta es la fuerza 
que pone en pie a la Iglesia 
en medio de las plazas, 
y levanta testigos en el pueblo 
para hablar con palabras como espadas 
delante de los jueces.

Llama profunda 
que escrutas e iluminas 
el corazón del hombre: 
restablece la fe con tu noticia, 
y el amor ponga en vela la esperanza 
hasta que el Señor vuelva.

3. Consagración al Espíritu Santo

Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagracion perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.

Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones. 
¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén

4. Ven Espíritu Santo

Ven, Espíritu Santo,

Llena los corazones de tus fieles

y enciende en ellos

el fuego de tu amor.

Envía, Señor, tu Espíritu.

Que renueve la faz de la Tierra.

Oración:

Oh Dios,

que llenaste los corazones de tus

fieles con la luz del Espíritu

Santo; concédenos que,

guiados por el mismo Espíritu,

sintamos con rectitud y

gocemos siempre de tu consuelo.

Por Jesucristo Nuestro Señor.

Amén.

5. Himno «Veni Creator»

Ven, Espíritu Creador, 
visita las mentes de los tuyos; 
llena de la gracia divina 
los corazones que tú has creado.

Tú, llamado el Consolador, 
Don del Dios Altísimo; 
Fuente viva, Fuego, Caridad 
y espiritual Unción.

Tú, con tus siete dones, 
eres Fuerza de la diestra de Dios. 
Tú, el prometido por el Padre. 
Tú pones en nuestros labios tu Palabra.

Enciende tu luz en nuestras mentes, 
infunde tu amor en nuestros corazones, 
y, a la debilidad de nuestra carne, 
vigorízala con redoblada fuerza.

Al enemigo ahuyéntalo lejos, 
danos la paz cuanto antes; 
yendo tú delante como guía, 
sortearemos los peligros.

Que por ti conozcamos al Padre, 
conozcamos igualmente al Hijo 
y en ti, Espíritu de ambos, 
creamos en todo tiempo.

Gloria al Padre por siempre, 
gloria al Hijo, resucitado 
de entre los muertos, y al 
Paráclito por los siglos y siglos. 
Amén.

6. Oración de San Agustín

Ven a mí, Espíritu Santo, 
Espíritu de sabiduría: 
dame mirada y oído interior 
para que no me apegue a las cosas materiales, 
sino que busque siempre las realidades del Espíritu.

Ven a mí, Espíritu Santo, 
Espíritu de amor: 
haz que mi corazón 
siempre sea capaz de más caridad.

Ven a mí, Espíritu Santo, 
Espíritu de verdad: 
concédeme llegar al conocimiento de la verdad 
en toda su plenitud.

Ven a mí, Espíritu Santo, 
agua viva que lanza a la vida eterna: 
concédeme la gracia de llegar 
a contemplar el rostro del Padre 
en la vida y en la alegría sin fin. 
Amén.

7. VEN, ESPÍRITU CREADOR (Rezada a diario por el Papa JPII)

Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fíeles
y llena de la divina gracia los corazones,
que Tú mismo creaste.

Tú eres nuestro Consolador,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.

Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, el dedo de la mano de Dios;
Tú, el prometido del Padre;
Tú, que pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.

Enciende con tu luz nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y, con tu perpetuo auxilio,
fortalece nuestra débil carne,

Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé Tú mismo nuestro guía,
y puestos bajo tu dirección,
evitaremos todo lo nocivo.

Por Ti conozcamos al Padre,
y también al Hijo;
y que en Ti, Espíritu de entrambos,
creamos en todo tiempo.,

Gloria a Dios Padre,
y al Hijo que resucitó,
y al Espíritu Consolador,
por los siglos infinitos. Amén.

V. Envía tu Espíritu y serán creados.
R. Y renovarás la faz de la tierra.

Oremos.
Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo; haznos dóciles a tu Espíritu para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo.

Por Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén.

8. Consagración de la Familia al Espíritu Santo


¡Oh Dios Espíritu Santo! Postrados ante tu divina majestad, venimos a consagrarnos a Ti con todo lo que somos y tenemos.
 
Por un acto de la omnipotencia del Padre hemos sido creados, por gracia del Hijo hemos sido redimidos, y por tu inefable amor has venido a nuestras almas para santificarnos, comunicándonos tu misma vida divina.
 
Desde el día de nuestro bautismo has tomado posesión de cada uno de nosotros, transformándonos en templos vivos donde Tú moras juntamente con el Padre y el Hijo; y el día de la Confirmación fue la Pentecostés en que descendiste a nuestros corazones con la plenitud de tus dones, pera que viviéramos una vida íntegramente cristiana.
 
Permanece entre nosotros para presidir nuestras reuniones; santifica nuestras alegrías y endulza nuestros pesares; ilumina nuestras mentes con los dones de la sabiduría, del entendimiento y de la ciencia; en horas de confusión y de dudas asístenos con el don del consejo; para no desmayar en la lucha y el trabajo concédenos tu fortaleza; que toda nuestra vida religiosa y familiar esté impregnada de tu espíritu de piedad; y que a todos nos mueva un temor santo y filial para no ofenderte a Ti que eres la santidad misma.
 
Asistidos en todo momento por tus dones y gracias, queremos llevar una vida santa en tu presencia.
Por eso hoy te hacemos entrega de nuestra familia y de cada uno de nosotros por el tiempo y la eternidad. Te consagramos nuestras almas y nuestros  cuerpos, nuestros bienes materiales y espirituales, para que Tú sólo dispongas de nosotros y de lo nuestro según tu beneplácito. Sólo te pedimos la gracia que después de haberte glorificado en la tierra, pueda toda nuestra familia alabarte en el cielo, donde con el Padre y el Hijo vives y reinas por los siglos de los siglos.
 
Así sea.

9. Intercesión de María que envía al Espíritu Santo

Por intercesión de María
envía al Espíritu Santo

Divino Padre Eterno, en nombre de Jesucristo y por la intercesión de la Siempre Virgen María;
envía a mi corazón al Espíritu Santo.

Espíritu Santo, Dios de infinita caridad, dame Tu Santo Amor.

Espíritu Santo, Dios de las virtudes; conviérteme.
Espíritu Santo, Fuente de luces celestes;
disipa mi ignorancia.

Espíritu Santo, Dios de infinita pureza; santifica mi alma.

Espíritu Santo, que habitas en mi alma, transfórmala y hazla toda tuya.

Espíritu Santo, Amor sustancial del padre y del Hijo, permanece siempre en mi corazón.

Tres veces……Gloria al Padre………

Espíritu Santo, eterno amor.

10. ESPÍRITU SANTO, ALMA DE MI ALMA
P. José Kentenich

Espíritu Santo, eres el alma de mi alma,
te adoro humildemente.
Ilumíname, fortifícame, guíame, consuélame.
Y en cuanto corresponde al plan eterno Padre Dios revélame tus deseos.
Dame a conocer lo que el Amor eterno desea en mí.
Dame a conocer lo que debo realizar.
Dame a conocer lo que debo sufrir.
Dame a conocer lo que con silenciosa modestia y en oración, debo aceptar, 
cargar y soportar.

Sí, Espíritu Santo, dame a conocer tu voluntad y la voluntad del Padre.
Pues toda mi vida no quiero ser otra cosa que un continuado perpetuo Sí a los 
deseos y al querer del eterno Padre Dios.

11. Oración al Espíritu Santo (Schoenstatt)

Espíritu Santo,
eres el alma de mi alma.
Te adoro humildemente.
Ilumíname, fortifícame,
guíame, consuélame.
Y en cuanto corresponde al plan
del eterno Padre Dios
revélame tus deseos.
Dame a conocer
lo que el Amor eterno desea de mí.
Dame a conocer lo que debo realizar.
Dame a conocer lo que debo sufrir.
Dame a conocer lo que, silencioso,
con modestia y en oración
debo aceptar, cargar y soportar.
Sí, Espíritu Santo,
dame a conocer tu voluntad
y la voluntad del Padre.
Pues toda mi vida
no quiere ser otra cosa,
que un continuado y perpetuo Sí
a los deseos y al querer
del eterno Padre Dios. Amén.

12. Oración de San Agustín

Ven a mí, Espíritu Santo, 
Espíritu de sabiduría: 
dame mirada y oído interior 
para que no me apegue a las cosas materiales, 
sino que busque siempre las realidades del Espíritu.

Ven a mí, Espíritu Santo, 
Espíritu de amor: 
haz que mi corazón 
siempre sea capaz de más caridad.

Ven a mí, Espíritu Santo, 
Espíritu de verdad: 
concédeme llegar al conocimiento de la verdad 
en toda su plenitud.

Ven a mí, Espíritu Santo, 
agua viva que lanza a la vida eterna: 
concédeme la gracia de llegar 
a contemplar el rostro del Padre 
en la vida y en la alegría sin fin. 
Amén.

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