Louis Raphael Sako: “Las Iglesias orientales necesitan un soplo de aire fresco”

El cardenal iraquí y patriarca de la Iglesia caldea hace un llamamiento a encontrar urgentemente vías de unidad y comunión fraterna entre los cristianos de Oriente Medio

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Las Iglesias orientales necesitan un soplo de aire fresco”. Con estas palabras singulares, el cardenal iraquí Louis Raphael Sako, patriarca de la Iglesia caldea, ha querido titular la reflexión que ha emitido con vistas a la próxima semana de oración por la unidad de los cristianos. La declaración, difundida por los medios de comunicación del Patriarcado caldeo, contiene consideraciones para nada retóricas sobre el presente y el futuro de las comunidades cristianas de Oriente Medio, y concluye con un enérgico llamamiento a encontrar urgentemente vías de unidad y comunión fraterna entre los cristianos de Oriente Medio, si se quiere garantizar realmente la continuidad de la presencia de las comunidades bautizadas en la región del mundo donde Jesús nació, murió y resucitó.

El patriarca reconoce que en esa región “las comunidades cristianas están fatalmente condicionadas por la sociedad en la que viven”. En los países de Oriente Medio, donde la población es mayoritariamente musulmana, la legislación que regula la convivencia social parece estar fijada para siempre sobre la base de enseñanzas y normas religiosas, en una relación conflictiva con los fenómenos de la modernidad. Los cristianos de Oriente Medio están condicionados por muchos factores, entre ellos, a veces, la competencia-diferencia entre distintas tradiciones eclesiales, y el solapamiento total entre identidad étnico-nacional y pertenencia eclesial.

“Las generaciones futuras se quedarán sin fe”

En los últimos días, con motivo de Navidad y Año Nuevo leí las cartas de algunos sacerdotes, escuché sus sermones, vi sus entrevistas televisivas, y encontré sus ideas anticuadas: lo que decían parecía no tener relación con la realidad actual”. Así, las palabras de tantos sermones e intervenciones eclesiásticas “no tocan los sentimientos de los destinatarios, ni alimentan su esperanza, ni dan consuelo y refrigerio”. Y si la situación continúa a este ritmo, “las generaciones futuras se quedarán sin fe”.

El Patriarca caldeo lamenta “que las Iglesias católicas orientales no se hayan beneficiado mucho de los trabajos del Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-1965) ni del Sínodo para Oriente de 2010”. Y ante las urgencias del presente, “hay que dar prioridad a la cuestión de la unidad, sobre todo porque nos hemos convertido en minoría en nuestros países. Nuestra fuerza está en nuestra armoniosa unidad, garantía de nuestra supervivencia y de nuestra continuidad en la transmisión de nuestro mensaje”.

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