El grito de ayuda de los misioneros presentes en la Amazonia con los migrantes: "Es una situación terrible"

Cerca de 400 personas, la mayoría haitianos, entre ellos familias, niños y enfermos, siguen bloqueados en el puente que une Brasil y Perú, cerrado por la pandemia

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Cerca de 400 migrantes, principalmente haitianos, entre ellos familias, mujeres embarazadas, niños y enfermos, se encuentran actualmente bloqueados en el puente que une Perú y Brasil, cerrado por la pandemia, una “situación dramática” que describen los misioneros valencianos presentes en la Amazonía ante la que piden “ayuda urgente” porque no tienen alimentos ni techo y no pueden seguir su camino para “buscarse una vida mejor”.

Así lo expresa el religioso jesuita valenciano Francisco Almenar, misionero en la Amazonía desde hace más de 25 años, que actualmente se encuentra en la triple frontera de Bolivia, Perú y Brasil acompañando a los migrantes, a los que ofrece toda la ayuda que puede, material y espiritual.

Francisco Almenar colabora en la parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Assis Brasil y con el Equipo Itinerante de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), que ayuda a los pueblos indígenas, y al que también pertenece la misionera valenciana Eugenia Lloris, de la Fraternidad del Verbum Dei.

El cierre de fronteras decretado en el marco de la emergencia sanitaria “les impide continuar su camino", aunque el misionero recuerda que el paso a través de este puente siempre ha estado libre de aduanas y “consideramos que se debe llegar a una solución inmediata para evitar que se desencadene un grave conflicto social”.

La mayoría de los migrantes bloqueados en el puente, que no pueden pasar a Perú, son haitianos, pero también hay africanos y hasta de Bangladés y Paquistán. Hay bastantes niños pequeños y de pecho, y varias mujeres embarazadas y hasta en silla de ruedas”, asegura.

Muchos de ellos “son gente cualificada (profesores, mecánicos…), pero a causa fundamentalmente del desempleo por la crisis sanitaria, salieron de diferentes lugares, como Sao Paulo, Cuiabá, Santa Catarina, y quieren atravesar el Perú para llegar a otros países, como México, o a su lugar de origen”.

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Petición de un “corredor” para que puedan seguir su camino

Según explica el religioso valenciano, “llevamos días de promesas peruanas sobre la apertura de un corredor para que puedan continuar su viaje, - con noches de lluvia debajo de plásticos en esta situación precaria, con violencia y personas heridas -, y de momento no tenemos respuesta”.

Francisco Almenar, junto al Equipo Itinerante, acompaña a los migrantes “haciendo de mediadores en el conflicto” y les reparten alimentos y agua, con la ayuda también de la Iglesia católica a través de Cáritas. Igualmente, “le estamos proporcionando lonas para cubrirse, pero nuestros recursos son limitados”, señala. Además, “se anuncia que hay más familias llegando, otras 150 personas, en el pueblo vecino a 110 kilómetros”, indica el misionero valenciano, que pide ayuda pero también oraciones “para que pronto pueda haber una solución a nivel mundial para estos casos límites”.

Precisamente, ante esta situación, el Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado (Perú) se ha pronunciado a través de un comunicado pidiendo al Gobierno una “solución humanitaria para esta situación crítica”.

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En el comunicado se asegura, además, que el Gobierno Regional de Madre de Dios, al que pertenece la localidad de Iñapari, “cuenta con la infraestructura necesaria para someter a todos los migrantes a la prueba PCR para asegurar que esta actuación humanitaria sea llevada a cabo con éxito sin poner en riesgo la salud pública nacional”.

Por su parte, Eugenia Lloris, valenciana perteneciente a la Fraternidad del Verbum Dei, que integra el equipo itinerante de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), solicita también una “respuesta de inmediato” porque esta “tensa situación” puede acarrear también conflictos sociales graves. No obstante, según apunta la misionera valenciana, “la situación que vivimos con la migración no es puntual, sino continua y global, de emergencia social y humanitaria” y por lo tanto “es necesario que todos seamos conscientes de lo que pasa y actuemos”.

Eugenia Lloris se encuentra actualmente en Valencia, pendiente de poder regresar a Brasil en cuanto se abran de nuevo las fronteras. En Iquitos (Perú) tuvo que permanecer confinada por la pandemia. La misionera pide ayuda para la “dramática situación de los migrantes” y la colaboración de cuantos puedan ayudar en esta causa. “No pienses que lo que puedes donar es muy poco porque lo que a ti te parece poco para ellos puede ser enorme”, expresa. “Las ayudas que siempre nos han llegado vienen de pequeñas contribuciones de muchos. Todos podemos hacer algo, y juntos llegamos más lejos”.

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Mensaje de solidaridad de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM)

De otro lado, la Red Eclesial Panamazónica – REPAM, constata en los últimos meses un “aumento alarmante” del número de contagios y muertes causadas por el Covid-19 en toda la Panamazonía.

Una vez más, las deficiencias del sistema sanitario “han aparecido, provocando un aumento desmesurado de las consecuencias de la pandemia: falta de camas en los hospitales, de oxígeno y de equipos de protección, personas en situación de pobreza, desigualdades sociales, entre otros efectos en diferentes localidades”.

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La “crítica situación” que atraviesa la ciudad de Manaos y todo el estado brasileño de Amazonas, es un "claro ejemplo de la ausencia de políticas eficientes de salud pública y revela nuestra fragilidad en el cuidado de la vida humana, que también está afectando a otras regiones de la Panamazonía”.

“La pandemia nos afecta a todos, porque todos estamos conectados. Sólo encontraremos caminos de solución, si todos nos comprometemos localmente y ayudamos en el problema global para solucionarlo. ¡Pon tu parte!, asegura la misionera valenciana.

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