La experiencia de Esther y Javier como misioneros en Etiopía: "Lo más duro es ver la pobreza y miseria"

Ambos han compartido en TRECE su experiencia como voluntarios junto a niños y jóvenes que conviven en un orfanato gestionado por las Hermanas de la Caridad

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Esther Santaballa y Javier Zulueta tienen 19 años. Es el primer verano que han destinado parte de sus vacaciones a ir de misiones a un país donde la miseria y la escasez es el paisaje predominante, Etiopía (África).

Durante tres semanas, ambos jóvenes han formado parte de un grupo de personas pertenecientes a diferentes parroquias en un orfanato gestionado por las Hermanas de la Caridad para darles “cariño, amor y entretenimiento” a los niños y jóvenes que ocupan el centro. En 'Iglesia al día' de TRECE, tanto Esther como Javier han compartido su experiencia.

“Nos hemos encargado de organizar un campamento de verano para que se entretuvieran, porque su día a día siempre es el mismo, levantarse y aburrirse hasta la hora de dormir, y al día siguiente lo mismo”, explica Esther.

Para Javier ha sido una experiencia única que está deseando repetir el próximo año en la India: “Toda la vida quería haber ido, porque los que vivimos en el Primer Mundo nos sentimos deudores y dar un poco de lo que hemos recibido”, ha asegurado.

Ha habido momentos para divertirse pero también para interiorizar la dura realidad que viven los habitantes de Etiopía: “Son tres semanas muy intensas en la que no paras de hacer cosas, no se come como en España, cuesta adaptarse a su rutina. Yo creo que lo más duro es ver la verdadera miseria”, ha contado Javier.

“El hambre que pasamos y ver tanta pobreza y miseria es lo más difícil”, secunda Esther en TRECE. Pero ha habido momentos para disfrutar de la experiencia gracias al amor y el agradecimiento que transmiten los niños y jóvenes del orfanato.

“Nos daban las gracias por rezar con ellos, ir a misa, hacer oraciones. Les impresionaba vernos rezar, pedir a Dios mañana y noche”, dice Esther. Por su parte a Javier lo que más le llamó la atención fue la petición de los muchachos de que rezaran por ellos, al ser huérfanos: “Al tener poca ropa, te pedían que le dieses la que llevaba puesta, y era llamativo. Habla mucho de la escasez y pobreza del país”, precisa.

Los domingos era el día en el que los jóvenes misioneros tenían oportunidad de visitar diferentes puntos de Etiopía. Una vez más se topaban con la pobreza de sus gentes, a la par que gozaban de un paisaje sin igual: “Los lagos y cascadas son muy bonitas, pero se veía a mucha gente viviendo en la calle”, recuerda Esther.

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