Así es la hermana André, la religiosa de 117 años que ha superado la covid-19: "Mi felicidad es rezar"

La monja, que nació en febrero de 1904, es considerada la segunda mujer más longeva del planeta. En sus espaldas lleva dos guerras mundiales o haber conocido a diez papas

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La religiosa Lucille Randon, más conocida como la hermana André, ha logrado recuperarse de la covid-19 apenas unos días antes de cumplir los 117 años de edad. Considerada desde el 19 de octubre de 2017 como la persona más longeva de Francia, Lucille Randon no ha tenido síntomas de la enfermedad. Dio positivo en una prueba el pasado 16 de enero en la residencia de ancianos de Toulon en la que reside. Menos de un mes después ha logrado salir adelante.

La hermana André nació el 11 de febrero del año 1904. En su juventud fue institutriz, trabajó en un hospital y luego se convirtió en monja. En 2019 recibió un mensaje del Papa Francisco y un rosario consagrado con motivo de su 115 cumpleaños. La monja describía en aquella ocasión al Santo Padre como un hombre "valiente". Actualmente es la segunda persona más longeva de todo el planeta, solo por detrás de la japonesa Kane Tanaka, de 118 años.

La hermana André ha vivido mucho. Es una obviedad dada su edad. Para ser más precisos, ha sobrevivido a dos guerras mundiales y diez papas. Cuando nació, se acababa de empezar a comercializar el automóvil y un año antes se realizó el primer vuelo en avión de la historia.

Nació en Francia y se convirtió al catolicismo con 19 años, en el año 1923, en pleno periodo de entreguerras. Unos 'pocos' años más tarde, decide entregar su vida a Dios con 40 años ingresando en la comunidad de las Hijas de la Caridad de París. Lo hizo a punto de terminar la Segunda Guerra Mundial, y -pese a su vocación tardía- su compromiso ha durado ya 76 años.

Durante 28 años ha cuidado de ancianos y huérfanos que asistía en el hospital de Vichy. Asegura que su 'clave' para ser feliz es rezar y beber una taza de chocolate al día. A su edad, actualmente se encuentra ciega y en silla de ruedas, pero nunca ha perdido su sentido del humor y siempre pide que recen por ella, y agrega: “Que el Buen Señor no sea demasiado lento para hacerme esperar más”.

Hoy vive en la casa de retiro de Santa Caterina di Labouré en Toulon, Francia. Y mientras espera a encontrarse con su Padre, afirma sin miedo que: “Mi felicidad diaria es poder seguir rezando”.

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