Tres jóvenes pretenden marcharse de un bar sin pagar y las "vergonzosas" consecuencias no las olvidarán nunca

Los hechos ocurrieron en un establecimiento hostelero de Sevilla, cerca de la estación de Santa Justa

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Todo estaba tranquilo aquel mediodía en un establecimiento hostelero cualquiera ubicado en el barrio sevillano de Santa Justa, y al que la crisis económica de comienzos de esta década obligó a echar el cierre para siempre. Un bar que no contaba con una clientela fija, al tratarse de una zona de paso, muy transitado dada la cercanía con la estación de trenes de la capital hispalense.

Mientras servían los menús del día, aparecieron un grupo de tres amigos que rondaban la veintena para comer. A priori no eran chicos problemáticos o que estuvieran causando problemas a los empleados del bar. Pidieron con normalidad las raciones para compartir. Allí permanecieron por un periodo aproximado de dos horas.

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La sorpresa a la hora de pagar la cuenta

Como sucede en estos casos, llegó el momento de pagar. Cuando el camarero les llevó el ticket, el precio era superior al esperado. Según han relatado a COPE.es, uno de ellos no llevaba dinero, ya que uno de los dos amigos había quedado en invitarle, pero no portaba suficiente dinero. El tercero apenas llevaba la cantidad justa para abonar su parte. En definitiva, entre los tres no reunían la cantidad necesaria para afrontar el coste de la comida.

Durante unos minutos, las dudas, los nervios y el pánico se apoderó de ellos. Más allá de las bromas propias de estos casos, como quién de los tres se encargaría de lavar los platos, surgió la posibilidad de marcharse sin pagar la factura. Lo que viene siendo hacer un 'simpa'.

Uno de ellos era reticente. Pero finalmente se acabó imponiendo la opinión de la mayoría (los dos restantes) por lo que, aprovechando que los camareros estaban distraídos, estaban decididos a abandonar el establecimiento.

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La señora que apareció por sorpresa

Los tres comenzaron a tomar posiciones, hasta que, de manera repentina apareció una señora que se encontraba en la mesa de al lado de la de los chicos, y había sido testigo oculto de lo que estaba ocurriendo.

“¿Qué pasa aquí? ¿Os parece bonito lo que queréis hacer?¿Sois conscientes de que si os vais sin pagar son los camareros los que tienen que pagar vuestra gracia?”, les afeó aquella señora de mediana edad a los jóvenes, que se quedaron sin palabras, por miedo a que aquella mujer alertara a los empleados del bar sobre sus intenciones.

Lejos de dar aviso a los camareros, la señora preguntó a los clientes: “A ver, ¿cuánto dinero os falta para pagar?” Los chicos respondieron la cantidad que necesitaban, mientras la misteriosa clienta sacaba de su bolso la cartera para ceder el dinero.

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En un primer momento, los chicos rechazaron el “obsequio”, pero finalmente accedieron, ya que tampoco tenían muchas más opciones para salir de aquel entuerto. Finalmente pagaron gracias a la ayuda de la señora. Los chicos, aún impactados por el gesto, se mostraron muy agradecidos con ella, a la par que avergonzados.

La enseñanza de aquella "misteriosa" señora

“Yo no quiero que me deis las gracias, sino que comprendáis el daño que hacéis haciendo este tipo de cosas”. Los chicos se marcharon pero nunca supieron que se trataba de una religiosa Teresiana, llamada Mari Carmen, y que aquella tarde se convirtió en el ángel de la guarda de aquellos jóvenes que pretendían marcharse sin pagar. Y es que a veces las lecciones de vida y la misericordia puede darse en cualquier lugar y espacio, incluso en un bar.

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