La soledad en los mayores, una urgencia invisible en la que se vuelca Cáritas Madrid: “Aquí recuperas la convivencia y te sientes arropado”
'Solidarios por un bien común' conoce la labor que realiza la entidad social de la Iglesia para combatir esta lacra a través de servicios como el teléfono de escucha o el 'Hogar Isaías': "La soledad no deseada es mala compañera"

Soledad
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La soledad no deseada es uno de los grandes males silenciosos de nuestro tiempo. Afecta sobre todo a las personas mayores, muchas de las cuales, pese a haber entregado su vida al cuidado de otros, ven desvanecerse sus redes afectivas y de apoyo justo cuando más las necesitan. En el programa 'Solidarios por un bien común' de TRECE, nos acercamos al trabajo que Cáritas Diocesana de Madrid realiza para combatir esta realidad, a través de servicios como el teléfono de escucha o el 'Hogar Isaías'.
"Envejecer no es un problema. El problema es envejecer en soledad no deseada", explica Mar Crespo, responsable del Área de Mayores de Cáritas Madrid. Según sus datos, casi el 59% de las personas mayores de 65 años en España viven solas. En Madrid, además, se da el agravante de ser la región con la población más envejecida de la Unión Europea. “La soledad no deseada es una mala compañera. La que eliges, es buena compañera”, reflexiona Crespo.
Una llamada que cambia vidas
Para dar respuesta a esta soledad silenciosa, Cáritas Madrid puso en marcha el teléfono de escucha, una iniciativa que nació durante la pandemia como “teléfono amigo” y que hoy se ha consolidado como un canal permanente de atención y acompañamiento.
Marimar, técnica de apoyo y coordinadora del proyecto, lo describe como “un servicio que trata de atender a personas mayores que se sientan solas o tengan alguna necesidad. Lo impulsamos desde Cáritas con nuestro equipo de voluntariado y lo gestionamos desde el equipo técnico”.
El perfil más común entre las personas que llaman es el de mujeres mayores de 65 años que han dedicado su vida a cuidar de los demás y ahora se encuentran con un silencio abrumador en sus hogares. “Las visitas de hijos y nietos se espacian, los amigos fallecen o se distancian, y poco a poco se sienten solas en sus domicilios”, relata.
“Lo que empieza con una llamada puede terminar en una visita a domicilio o incluso en la participación en actividades parroquiales”, asegura.
Mercedes, voluntaria del teléfono de escucha, cuenta con emoción su experiencia: “He creado un vínculo con algunas personas. Me dan las gracias y yo me siento feliz de haber podido escuchar y consolar. Me llena de alegría”.
Ella misma toma notas de cada llamada y revisa los registros antes de contactar de nuevo con alguien: “Así no me confundo y la persona siente que me importa de verdad”.
Mar Crespo subraya el valor del anonimato: “A muchas personas les cuesta admitir que están solas. Les resulta más fácil llamar a un número que tocar una puerta. Saber que serán escuchadas sin ser vistas, les alivia”.
'Hogar Isaías': un techo, una red, una nueva oportunidad
Otra respuesta clave de Cáritas frente a la soledad extrema es el 'Hogar Isaías', una residencia para mayores de 55 años que han quedado excluidos del sistema: sin hogar, sin redes familiares, sin acceso a otros recursos.
“Estas personas, si no estuvieran aquí, estarían en la calle o en alojamientos indignos. Madrid ofrece albergues o habitaciones compartidas en malas condiciones para quienes tienen ingresos mínimos”, explica Crespo.
Simón, técnico de apoyo en el hogar, cuenta que el centro cuenta con quince plazas —diez para hombres y cinco para mujeres— y que hay un periodo de prueba de tres meses para evaluar la adaptación de los nuevos residentes. Una de las condiciones es que las personas sean autónomas y cuenten con algún ingreso, ya que aportan una parte proporcional al coste del alojamiento.
Lo que sorprende, dice Simón, es el nivel formativo de algunos residentes: “De trece personas, tres tienen títulos universitarios. Eso nos recuerda que la exclusión puede tocar a cualquiera”.
“La soledad te hace desconfiado. Aquí recuperas la convivencia y te sientes arropado”, confiesa Luis, uno de los beneficiarios, que ha vivido en la calle.
Antonio, otro residente, sufrió un accidente que le dejó con secuelas físicas, sin vivienda y con una pensión mínima. “Me vine abajo. En 2022 cogí una depresión de muerte. Una asociación me trajo aquí y encontré una segunda familia, una segunda oportunidad”.
El poder transformador del acompañamiento
El hogar también cuenta con la presencia de una comunidad religiosa, la de la Virgen de Altagracia, formada por tres hermanas dominicanas. La capilla, ubicada en el centro del edificio, es el corazón del hogar y un símbolo de la esperanza que impregna el proyecto.
“La fe es como un motor que te mueve. Cuando la persona ve que hay algo más allá, lucha. Porque se ve en camino hacia algo mejor”, afirma una de las religiosas.
La labor de los voluntarios también es fundamental en Isaías. Fernando, uno de ellos, detalla que hay quienes se ocupan de las comidas, otros acompañan en el día a día o proponen salidas y actividades. “En Navidad incluso conseguimos llevarles a ver las luces de la ciudad en un autobús”, cuenta.
Para Mar Crespo, el voluntariado es el pilar de todos los servicios: “Nuestro compromiso va más allá de la buena voluntad. Preparamos a los voluntarios con formación específica, pero lo más valioso es la entrega personal. Eso es lo que genera vínculos reales”.
Mercedes lo confirma: “Ser voluntaria me da felicidad. Sacrifico parte de mi tiempo, pero vale la pena. En mi familia todos estamos implicados y mis nietos lo ven. Es una forma de dar ejemplo”.
En un contexto social donde la rapidez y el individualismo parecen desplazar a los más vulnerables, el trabajo de Cáritas Madrid devuelve humanidad a quienes viven sus últimos años entre el silencio y la invisibilidad. Con una llamada, un plato caliente o una conversación en la capilla, se teje una red de apoyo que transforma el desamparo en esperanza. Porque nadie debería enfrentarse solo a la vejez.