'Padre Cristóbal', el centro de Mérida que da cobijo a personas sin hogar devoradas por las adicciones: "Me sentía como una basura"
'Solidarios' conoce de cerca este centro gestionado por Cáritas y que busca recuperar la autonomía y preparar a cada residente para su reintegración en la sociedad: "“Los que vienen aquí, lo que tienen lo gastan"

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El 'sinhogarismo' no es solo la falta de un techo. Detrás de cada historia hay heridas familiares, emocionales y económicas. Adicciones, desempleo, ruptura de vínculos o la ausencia de una red de apoyo pueden convertir una vida estable en una pesadilla de calle y exclusión.
Pero también existen lugares donde comienza la reconstrucción. Uno de ellos es el centro 'Padre Cristóbal', en Mérida, gestionado por Cáritas.
“Somos un centro de atención para personas con necesidad, en un proceso de vulneración de derechos, y que necesitan un sitio donde empezar a rehacer su vida”, explica en 'Solidarios por un bien común' David Tobasa, director del centro.
El centro ofrece mucho más que cama y comida. Su enfoque se basa en el acompañamiento integral: intervenciones sociales, terapias psicológicas, talleres educativos y sesiones de autoayuda. El objetivo es recuperar la autonomía y preparar a cada residente para su reintegración en la sociedad.
Por las mañanas, la rutina comienza con desayuno, limpieza y diferentes talleres: desde la gestión económica hasta habilidades para la vida independiente. “Unos días hay autoayuda, otros talla de vida autónoma, otro día grupo, seminario de adicciones”, detalla Tobasa.
Además del acompañamiento grupal, el equipo de profesionales mantiene sesiones individuales con cada residente. “Hoy, por ejemplo, toca el tema de gestión económica. Nos sentamos con la persona y vemos qué gastos va a necesitar para la semana siguiente. Controlamos a través de tickets para que se haga un gasto eficiente y no se despilfarre el dinero”, afirma el director del centro.
Aprender a vivir con lo justo: "Nunca han sabido administrar el dinero"
Uno de los grandes desafíos para quienes han atravesado situaciones de calle y adicciones es volver a manejar sus finanzas. Muchos no han aprendido nunca a hacerlo. “Hay gente que piensa que tomarse tres cafés diarios en bares no es malo, pero claro, con economías de 500 euros al mes, es insostenible”, señala el director.
Por eso, en el taller de vida autónoma, se enseña desde cómo hacer un menú equilibrado hasta cómo reutilizar la comida. También a organizar el dinero con sobres etiquetados para comida, vivienda, suministros, imprevistos y ahorro.
María Amor Sánchez, trabajadora social del centro, lo resume así: “Los que vienen aquí lo que tienen lo gastan. Nunca han sabido administrar el dinero y ahorrar es muy difícil para personas con un proceso de adicción. Por eso es básico en su recuperación”.
De la oscuridad a la luz: "me sentía como ninguneado, como una basura”
Pedro, uno de los residentes del centro, relata el giro que ha dado su vida: “Yo tenía un buen trabajo, estaba bien situado, tenía a mi pareja… y poco a poco, a medida que fui cayendo en la adicción, vi cómo todo se desmoronaba. Lo perdía todo. Pasé de una vida bonita a una vida oscura”.
Tras tocar fondo y verse en la calle, fue el sacerdote de su pueblo quien le ayudó a encontrar este centro de acogida. “Me daba mucha vergüenza. Habiendo sido reconocido por mi labor y verme en la calle, que nadie me mirara… me sentía como ninguneado, como una basura”, confiesa Pedro.
Hoy su testimonio es el de alguien en plena reconstrucción: “El proceso lleva terapias psicológicas, autoayuda, vida autónoma. Nos enseñan a vivir de manera independiente, para cuando afrontemos la transición a la vida fuera”.
Una casa para 24 personas: “Con las adicciones no estudiaba, me costaba encontrar trabajo
El centro 'Padre Cristóbal' funciona las 24 horas del día, con capacidad para acoger a 24 personas en situación de calle o riesgo de exclusión. En ella vive Alejandro desde hace casi un año. Ha retomado los estudios y reflexiona sobre su pasado: “Con las adicciones no estudiaba, me costaba encontrar trabajo… mi vida no era la adecuada. Aquí me han dado herramientas para actuar ante las circunstancias de la vida”.
Alejandro destaca el papel de los seminarios de adicciones, la terapia y los hábitos de vida. “Cuando empiezas con el consumo hay un parón en tu vida. No afrontas los problemas. Es como un reseteo de personalidad. Aquí empiezas a ver cómo deberías haber actuado desde el principio”.
Con voz serena, añade: “Aquí miran mucho cómo eres como persona. En la calle, cuando te ven en esa situación, te tratan como aparte. Aquí intentan sacar lo mejor de ti. Porque hay mucha gente que son diamantes en bruto, pero por circunstancias de la vida eso no lo han exprimido”.
En este proceso de recuperación, la Iglesia tiene un papel fundamental. No solo como impulsora de centros como el 'Padre Cristóbal', sino también como red de apoyo espiritual y emocional. Son muchas las personas que, como Pedro o Alejandro, han llegado gracias a un sacerdote de su parroquia, o han encontrado en la fe un ancla para sostener su reconstrucción personal.
“No me quedó más remedio que pedir ayuda”, reconoce Pedro. “El sacerdote de mi pueblo fue quien me buscó este sitio. Me siento muy agradecido”.