Las claves del mensaje de los obispos en la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado: "¿Y tú, cómo los miras?"

La CEE anima a "sacar lo mejor de nosotros mismos" para moldear el proyecto de humanidad abierto y esperanzador en la definición de horizontes con los migrantes

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Los creyentes tenemos mucho que aportar «para mirar el futuro de las migraciones con los ojos de Dios». Así es como los obispos españoles animan «a sacar lo mejor de nosotros mismos» para moldear el proyecto de humanidad abierto y esperanzador en la definición de horizontes con los migrantes.

Esa es la clave del mensaje de la Subcomisión Episcopal para las Migraciones y Movilidad Humana con motivo de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que la Iglesia celebra el 25 de septiembre.



Aquí hay futuro

Con el lema «Construir el futuro con los migrantes y los refugiados», expresan que la convivencia con comunidades migrantes «posibilitan que ese sueño de Dios se realice y se transforme en anuncio y en movimiento que devuelve dignidades arrebatadas». Son los vigías del futuro que nos ayudan, desde Cristo, a edificarlo gota a gota. Tendremos que animar, apoyar y acompañarlos».

Por eso, matizan, «es tiempo de atreverse a mirar el futuro de las migraciones con los ojos de Dios», que «nos hace caer en la cuenta de que hay un lenguaje común con otras maneras de pensar, y es el defender la dignidad humana, reconocerla y comprometernos con vitalizarla allí donde se pone en cuestión», porque «no hay futuro sin defensa de la inquebrantable dignidad de cada persona y de vivir con esa dignidad en nuestro mundo».

Comunidades acogedoras, misioneras y hospitalarias

Precisamente la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado de este año, explican los prelados, pretende fijar la mirada en quienes pueden ser privados de la construcción de este futuro si no hacemos nada o si globalizamos la indiferencia. Por eso, señalan cuatro puntos para cumplir el mandato de Jesús con los migrantes y refugiados.

Justicia

En primer lugar, es tiempo de comenzar a edificar a ritmo de la justicia que mana de Dios. «Jesús —explican— nos pide incluir a todos con gestos concretos, pues como cristianos «no tenemos derecho de excluir a los demás, juzgarlos o cerrarles las puertas». Ahora se abre la tarea de seguir impulsando espacios y actitudes que los desarrollen».



En el segundo punto señalan que «no hay futuro sin atender a quienes forman parte de él, pero tampoco sin ayudar a que sean sujeto de su propia construcción». Matizan, además, que ese futuro de todos se construye, enriqueciéndonos mutuamente y haciendo camino juntos, «aprendiendo a descubrir el tesoro que nos traen los migrantes y refugiados».

Acoger para crecer

Nos invitan a «preparar a nuestras comunidades para que sean capaces de sensibilizar a través de las lágrimas de los migrantes. Que sean acogedoras, misioneras, hospitalarias». Respecto a la hostilidad de algunos que señalan a los migrantes «como invasores o ciudadanos de segunda», la Iglesia considera inaceptable la mentalidad y actitudes que hacen «prevalecer a veces ciertas preferencias políticas por encima de hondas convicciones de la propia fe: la inalienable dignidad de cada persona humana más allá de su origen, color, religión, y la ley suprema del amor fraterno».

La hospitalidad siembra futuro, insisten los obispos. «La fraternidad es posible si generamos comunidades significativas que vivan en su seno la armonía que regala la fe». El mensaje concluye interpelando la actitud de cada uno: ¿Cómo podemos construir un futuro donde todos quepamos y podamos vivir en paz y fraternidad?



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