José Manuel Horcajo, párroco de Vallecas que recibió una navaja como regalo de bienvenida: "La señora me decía que me vendría bien, empecé asustado"
El sacerdote llegó hace 16 años a San Ramón Nonato, en pleno corazón de Vallecas. Pocos párrocos como él conocen los diferentes rostros de la pobreza, cuya jornada mundial celebra la Iglesia este domingo

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José Manuel Horcajo llegó hace 16 años a la parroquia de San Ramón Nonato, en pleno corazón de Vallecas. Pocos párrocos como él conocen los diferentes rostros de la pobreza, cuya jornada mundial celebra la Iglesia este domingo, 16 de noviembre.
Una manifestación con cargas policiales y encapuchados recibió a Horcajo el día que tomó posesión de la parroquia. De hecho, ha compartido en 'Ecclesia es Domingo' el regalo de bienvenida que recibió de una de las feligresas: “Me dio una cajita y la abrí... Había una navaja. Me decía 'guárdela, que le vendrá muy bien'. Empecé un poco asustado, la verdad”, ha recordado.
Más de quince años después, la navaja permanece en su coche: “Por si acaso”, cuenta entre risas.
Con el paso del tiempo, la convivencia se fue haciendo más armoniosa en el barrio madrileño. Tanto es así que José Manuel Horcajo confiesa que siente mayor felicidad desde que convive con la pobreza de buena parte del vecindario vallecano.
“A mí la pobreza me enseñó las bienaventuranzas, hay que vivir con los pobres y ser pobre con ellos, te enseñan a ser pobre como Jesús”, ha reconocido el sacerdote, quien agrega que la virtud de los pobres es que “te enseñan con su propia vida”.

“En la pobreza de los pobres descubres una evangelización que Dios da, una novedad que Dios da, que no la descubre sino en la vida difícil de ellos. Ahí me han enseñado ellos verdaderamente el rostro misericordioso de Dios”, ha continuado argumentando el párroco de San Ramón Nonato.
La pobreza está muy presente en determinadas zonas de Vallecas. Una realidad acorde al último Informe FOESSA de Cáritas, que arroja datos preocupantes, como la caída adquisitiva de la clase media, mayor tasa de exclusión y una pobreza que se cronifica.
El cambió que experimentó el párroco de Vallecas tras conocer a un mendigo que irrumpió en la misa del gallo
Para erradicarla, Horcajo asegura que no valen parches ni medidas paliativas, sino “un análisis en profundidad de qué le pasa a la persona que está sufriendo la pobreza”, que en muchos casos está provocada por una herida.
El sacerdote llegó a esta conclusión a través de una experiencia dolorosa durante su homilía de la Misa del Gallo en San Ramón Nonato. Un señor se puso a gritar al fondo por qué Dios le había quitado a su padre. Nunca me habían gritado en una homilía, yo me quedé asustado, por tres veces me interrumpió”.
Al final de la Eucaristía, Horcajo se acercó a los feligreses para preguntar por la identidad del hombre que había irrumpido en la parroquia. Se trataba de un mendigo que vivía bajo el Puente de Vallecas: “Les pedí que le dijeran al señor que no nos volviera a interrumpir, que nos dejara en paz”.
Nadie le hacía pensar que diez días más tarde el mendigo mató a su pareja que también dormía con ella entre colchones y cartones en el Puente de Vallecas. Una noticia que marcó un antes y un después al presbítero.

“Me fui al Sagrario y noté cómo Jesús me decía, 'para ti era un hombre, un pobre que molestaba, era un estorbo, un obstáculo, sin embargo ese hombre te estaba pidiendo ayuda, estaba clamando ayuda y tú eras su pastor y no supiste entender el grito de ese hombre”.
Desde entonces Horcajo cambió radicalmente de mentalidad hacia los que menos tienen: “No son personas que me molestan, son las ovejas que Dios me ha enviado. Detrás de su grito hay un drama, hay una herida que el Señor viene a curar. Todo pobre tiene una herida. Entonces ahí comenzamos a hacer un Proyecto Lázaro que de búsqueda de los mendigos de la calle, hicimos las cenas de Navidad para atenderles y cenar con ellos. Cuando entiendes su herida comienzas un acompañamiento y puedes ayudarle a salir adelante, pero no por darle un trabajo o darle un dinero, que sería poner un parche, sino entrar al fondo de la cuestión. ¿Qué le está pasando?”, ha planteado.
Y es que como ha destacado el párroco de San Ramón Nonato, todo corazón humano “necesita un cariño, un afecto, una familia”.

El día que José Manuel Hocarho asistió a una embarazada de trece años: " Cuando la familia falla, comienza el desastre"
A lo largo de sus16 años en el Puente de Vallecas, Horcajo ha podido comprobar cómo detrás de cada drama personal esconde la falta de amor. Imposible para el párroco olvidar su asistencia a una menor de trece años embarazada de siete meses tras mantenerlo oculto a la familia durante uno de los campamentos que organiza San Ramón Nonato.
“Estaba manchando sangre y me asusté. Fuimos corriendo al hospital que estaba a noventa kilómetro. Había roto aguas. Gracias a Dios nació el bebé muy bien. Ahí me di cuenta que la familia estaba desestructurada, estaba muy rota y esa niña buscaba cariño en su novio. El gran problema siempre es la familia. Cuando la familia falla, cuando fallan los vínculos de amor, cuando hay una soledad que nadie le quiere, entonces comienza el desastre. El desastre social comienza por el desastre familiar. El desastre familiar está porque hay un desastre en el corazón”, ha aseverado.
Los hogares de acogida que ayuda a mujeres vulnerables: "Valía muchísimo, pero estaba humillada"
Desde entonces, la parroquia implantó hogares de acogida para mujeres en riesgo de exclusión. Un centro donde José Manuel Horcajo también ha conocido historias muy duras, como el de una maltratada por su pareja.
“La chica vino a un retiro espiritual y ahí reconoció que estaba con un hombre maltratador. Tenía dos hijos, no tenía dónde ir, no tenía trabajo, no tenía nada. Yo le dije que no volviera a casa con ese hombre. Esa noche vino y se presentó la pareja del hombre gritando que saliera. Cuando escuchó que venía la policía, la pareja se volvió a su casa y le pegó una paliza a la hermana de esta mujer que la mandó al hospital. Entonces esta mujer se dio cuenta de que había aguantado demasiado tiempo y empezó a cambiar, empezó a venir a la parroquia, a los grupos de formación laboral y espiritual. Enseguida encontró trabajo y ahora mismo es una de las camareras de una de las mejores cadenas hoteleras de Madrid. Era una persona que valía muchísimo, pero estaba negada, estaba humillada”, ha relatado.





