Enrique Martín: "Deseo que el ejercicio de mi autoridad se parezca a la actitud de fondo de Jesús"
El nuevo Superior General de los Cooperadores Parroquiales de Cristo Rey atiende a ECCLESIA en una entrevista cuando se cumple un mes desde su nuevo nombramiento

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El XI Capítulo General de la congregación religiosa de los Cooperadores Parroquiales de Cristo Rey (CPCR), celebrado el pasado mes de junio, nos dejó el nombramiento del español Enrique Martín Baena como nuevo Superior General. Este madrileño de 50 años asume esta nueva etapa “sin saber mandar” como ha comentado a ECCLESIA entre risas, pero con el objetivo claro de que “el ejercicio de autoridad se parezca a la actitud de fondo de Jesús”.

Martín ha explicado el proceso que siguieron durante la celebración del Capítulo General. “Empezamos con ocho días de ejercicios dados por un sacerdote jesuita para prepararnos espiritualmente a vivir un capítulo general, que es un momento trascendente para la vida de la congregación. Después el capítulo se desarrolló en la línea del trabajo que veníamos realizando desde hace dos años. Se hizo una consulta a todos los miembros de la congregación donde ellos habían manifestado el interés de que abordáramos determinadas cuestiones y sobre esas cuestiones estuvimos trabajando durante tres semanas”.
Al ser cuestionado sobre por qué decidió entrar a esta congregación en concreto, es conciso: “En mi caso porque hice los ejercicios espirituales de San Ignacio”. El nuevo Superior General indica que “nosotros somos de espiritualidad ignaciana y en los ejercicios descubrí una escuela de vida, más que un método, que también, de oración y de discernimiento. En los padres y en los hermanos que formaban esa comunidad de vida de los cooperadores parroquiales sentí que se encarnaba la espiritualidad, que no era una espiritualidad abstracta. Eso me interpelo muchísimo. Otra cosa que me llamó mucho la atención fue la transversalidad del carisma. Se trata de poner al servicio de las parroquias un instrumento como son los ejercicios espirituales de San Ignacio, que ayudan a la renovación espiritual y al discernimiento de los procesos de decisión. Me gustó mucho que fuese una congregación poco corporativista y abierta a la Iglesia a través del mundo parroquial”.
Llamada ante el Sagrario
Enrique Martín desvela que su vocación fue fruto de estudiar con los padres escolapios, a la vez que recuerda una anécdota especial: “recuerdo que a los ocho años tuve una primera noción y una primera llamada intensa del Señor a establecer una relación de amistad muy fuerte con él. Cuando estaba apunto de confesarme para al día siguiente recibir la primera comunión sentí ante el Sagrario una llamada muy intensa a ser suyo”.
Cuenta que tiempo después continuó su adolescencia sin darle más importancia, hasta que “en edad universitaria practiqué por primera vez los ejercicios espirituales, ya que mi padre había hecho ejercicios en el año 1975 y fue un punto de inflexión muy importante en su vida. Eso también supuso un cambio muy importante en la forma de vivir la fe a nivel familiar. Seguí la saga de mi padre e hice ejercicios de espiritualidad y años después decidí entrar en la congregación".
Abrumación ante la responsabilidad
En referencia a sus sensaciones tras el nombramiento, explica que “lo primero que se siente es un peso de indignidad al depositarte una confianza tan grande. También tuve un sentimiento de abrumación por algo que no me esperaba. Nunca me he considerado una persona de gobierno, de hecho nunca he sido superior local ni de ninguna comunidad”. Para Martín verse revestido de la máxima autoridad de una congregación fue causante de “mucho vértigo”. “Estoy infinitamente agradecido porque creo que toda misión de la Iglesia siempre es experimentar un abrazo del Padre y una confirmación de tu propia vocación y también es una manera nueva de vivir la vida consagrada. La consagración de la misión se reclama mutuamente. La misión va dando forma a la consagración”.
Fidelidad creativa
Por último y tratando el tema de posibles cambios, el nuevo Superior General expone que le gusta mucho la expresión “fidelidad creativa. Creo que en la Iglesia estamos llamados a ser fieles a un legado que hemos recibido, una tradición riquísima, pero al mismo tiempo hacerlo desde la creatividad. El espíritu es creativo, no es uniforme, sino que es inquieto. Me gustaría ir al paso del espíritu”.