La Catedral de Pamplona inaugura el Año Ignaciano: "Aquí aprendió a poner su confianza en Dios"

La Santa Misa fue celebrada en español, pero con las lecturas proclamadas en inglés y francés y fue seguida por más de 4.000 espectadores por el canal Youtube de la Compañía

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La catedral de Pamplona ha acogido ayer por la tarde la eucaristía de inauguración del Año Ignaciano. Presidida por el arzobispo de la diócesis, D. Francisco Pérez y concelebrada por su obispo auxiliar Don Juan Antonio Aznárez, por el P. General Arturo Sosa - quien pronunció la homilía -, el provincial, Antonio España y varios jesuitas.

Celebrada en español, pero con las lecturas proclamadas en inglés y francés, la misa fue seguida más de 4.000 espectadores por el canal Youtube de la Compañía.


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"Durante estos cinco siglos el Espíritu Santo ha estado presente"

En la monición de entrada, Iñigo Merello sj, dio la bienvenida a todos los presentes en la catedral: “En esta ciudad navarra cayó herido Íñigo de Loyola en 1521. Esa experiencia de fragilidad puso en marcha una transformación radical en la vida de Ignacio y el nacimiento de una espiritualidad, en el seno de la Iglesia, que ha facilitado el encuentro con Dios de multitud de personas”.

En la homilía, el P. General comenzó con una acción de gracias múltiple: a Dios, que bendijo y acompañó la andadura de este “joven adulto” Íñigo hasta su muerte en 1556; “a los jesuitas que nos han precedido, transmitiendo de unos a otros el carisma de la Orden fundada en 1540; a todos los demás hombres y mujeres que han sido testigos y actores vivos de la espiritualidad que se inspira en Ignacio de Loyola. Durante estos cinco siglos el Espíritu Santo ha estado presente, dando su luz y fuerza a nuestros antecesores. Todo ello merece un sentido agradecimiento de nuestra parte”.





Acudir a los orígenes de la conversión de Íñigo

Durante este Año Ignaciano que comienza hoy tendremos ocasión de acudir a los orígenes de esta conversión de Íñigo, tanto en Loyola como en Manresa - indicó el General -. “A Íñigo no le da igual una vida sin Cristo o con Él. Aquí está la diferencia entre el antes y el después. La novedad del Señor es determinante, es la que decidirá su futuro".

"Estar con Él, conocerlo, amarle y seguirle es lo que le hace caer en la cuenta de que ya no es el mismo, y de que esta novedad le merece la pena, le va la vida en ello. Íñigo se deja entonces conducir por Dios, lo cual significará que el joven vasco no querrá ya ser el protagonista de su futuro, ni buscar su propia gloria, sino dejar hablar a Dios, como admirablemente hará al escribir el libro de los Ejercicios espirituales, un manual de encuentro con Dios en el que su abnegado autor se queda en segundo plano” ha remarcado el P. General Arturo Sosa


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"Todas las cosas han de servir para mostrar el camino hacia Dios"

Explicó el P. General el lema del Año Ignaciano, “Ver nuevas todas las cosas en Cristo”, con estas palabras: “Gracias a la novedad que aporta Jesucristo con su vida y su mensaje, todo lo demás recobra su sentido (…) Y ayudar a vivir bien la vida es lo que persiguen esas cuatro sensibilidades o vías que la Compañía de Jesús propone ahora como las Preferencias Apostólicas Universales para impregnar toda nuestra acción evangelizadora".

"Así, todas las cosas han de servir para mostrar el camino hacia Dios, pero especialmente medios tan queridos por Ignacio como los Ejercicios espirituales y el discernimiento. Luchando en todo por la reconciliación y la justicia, actitud inseparable de la cercanía y amistad con los pobres, como la que tuvo Ignacio. Estando al lado de los jóvenes en el futuro que se les abre, que quiera el Señor esté lleno de esperanza” ha subrayado el P. General


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