Camino Cañón, homenajeada en Comillas: Palabras de agradecimiento

Camino Cañón, homenajeada en Comillas: Palabras de agradecimiento

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Camino Cañón, homenajeada en Comillas: Palabras de agradecimiento

El jueves 27 de noviembre la profesora Camino Cañón Loyes recibió un homenaje por parte de la Universidad Pontificia de Comillas, con ocasión de su jubilación docente. Camino Cañón ha sido profesor de Ciencias Matemáticas. Fue también vicerrectora de esta universidad. Desde hace cinco años, Camino Cañón, miembro de la Institución Teresiana, es la presidenta del Foro de Laicos de España. Gracias al servicio de nuestro colaborador José Alberto Rugeles, del equipo directivo del Foro de Laicos de España, publicamos el discurso de agradecimiento de Camino Cañón por el homenaje recibido. Son estas:)

Con el paso de los años he aprendido a evitar el uso fácil de expresiones como "es evidente que", "es obvio que"?y he enseñado a mis alumnos a ponerse en guardia críticamente ante ellas. Sin embargo, esta noche me permito hacer una excepción para decir que "es evidente la generosidad derrochada hacia mí por quienes han hecho uso de la palabra", "es obvio que lo dicho tiene que ver con ese modo propio de los humanos cuando nos invitamos unos a otros a sacar lo mejor de nosotros mismos y a ver a los demás tras esas gafas de colores que ocultan las sombras y las arrugas de la vida". Sea como fuere, lo más evidente y obvio es que esta noche la música que me gustaría hacer sonar en esta sala es la gratitud profunda que me nace del corazón. A todos y a cada uno, a cada una, ¡GRACIAS! Por eso las palabras que diré, van a ser una sencilla y honda acción de gracias.

Mi primera palabra de gratitud es para Alberto Dou S.J., director de mi departamento de Matemáticas en la Complutense, que no se asustó de mi juventud y se fió de mí al enviarme como profesora de Lógica Matemática a esta Universidad. Llegué en el otoño en el que se inauguraba la sede de Canto Blanco, allí, el curso 1972/73 dí mis primeras clases. De aquellos años iniciales guardo un recuerdo agradecido hacia los profesores jesuitas que me introdujeron en sus modos de hacer y me facilitaron la entrada en el contexto de la filosofía: Luis Martínez Gómez, Clemente Fernández, Teodoro de Andrés, José Gómez Caffarena, Antonio Blanch, Andrés Tornos. En aquellos años se iniciaban también Augusto Hortal y Juan Manuel Cobo y Rosa Aparicio, compañeros después a lo largo de los años. Un recuerdo cargado de gratitud también para el que era entonces Secretario General, Ricardo Lobato y a su equipo de secretaría. Su apoyo incondicional fue crucial en muchos momentos. A ellos y a quienes estuvieron por allí, gracias.

Debo decir que en estos días han pasado por mi recuerdo rostros que hoy han envejecido o se han hecho mayores, compañeros, alumnos, personas de secretaría, de la administración, de la biblioteca, del Servicio de Publicaciones, de reprografía, de la conserjería, de la cafetería. Son rostros que han poblado el espacio de mis rutinas, que han arrancado las mejores sonrisas diarias, que han sido cómplices en las búsquedas y apoyo en los días malos. A todos, gracias.

Y en esta evocación agradecida tienen un lugar importante las autoridades de la Universidad y de la propia Compañía que se fiaron de mí para encomendarme responsabilidades y para compartir tareas de gobierno: Luis López Yarto, Guillermo Rodríguez Izquierdo, Luis Tomás Sánchez del Río, Elías Royón, Manolo Gallego, José Ramón Busto, Julio Martínez, rector que nos preside y a Belén Urosa, decana de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales, que le acompaña en la mesa.

Al agradecer a Dios estas más de cuatro décadas vividas en la Universidad, se me aparecía como un ayer lleno de luz. No es que no haya habido sombras y días de lluvia, grises y destemplados, pero se imponía la luz. Quizás porque cada curso vivía la experiencia de un encuentro con grupos de alumnos que se iban abriendo a los caminos nuevos del conocimiento en los que los iba introduciendo, cada uno a su ritmo, cada cual con sus resistencias, pero siempre, al final lo que quedaba era la satisfacción de que cada uno, cada una, había recorrido un trecho de su propio camino uniendo el espíritu geométrico y el espíritu de finura en términos de Pascal.

De mí se esperaba que ayudara a desarrollar en cada alumno el espíritu geométrico, para que guiara su quehacer metódico en el análisis filosófico y en la argumentación. Sinceramente, creo que he contribuido a ello. Pero mi convicción de que los alumnos son sobre todo personas conectadas con el mundo de la vida, fue llevándome poco a poco a buscar el modo de ligar ese espíritu geométrico propio de la lógica matemática con las facultades propias del espíritu de finura, que permiten captar las necesidades vitales del mundo que vivimos. Convencida de que tenía ante mí sujetos que debían afrontar el desafío de integrar activa y propositivamente esos dos modos del espíritu humano. Y que ese desafío se hace más amable si el proceso viene regido desde el orden del amor que acoge las intuiciones del corazón y lleva a purificar la preponderancia de los intereses propios de la razón en cualquiera de sus usos y a buscar horizontes concretos para la justicia, la compasión y la paz.

Procurar la experiencia de esta síntesis ha sido, al caer la tarde de mi vida, lo que más valoro en mi trabajo docente y formador. Tal vez sea así porque lograrlo en mí misma no fue tarea fácil, y eso mismo me llevó a poner especial empeño en que lo lograran los alumnos por caminos menos arduos. Considero que la conjugación de estas dos modalidades está en la base de la propuesta humanista que por vocación busco y que esta Universidad ofrece. Hoy es un buen día para agradecer esta experiencia, la vivida por mí, a la que pongo palabras, y la iniciada en tantos alumnos, que a lo largo del tiempo la han vivido más o menos conscientemente.

No estaría completo este recorrido si no expresara también la gratitud sentida en mis quehaceres de gestión: vicedecanato, vicerrectorado, Servicio de Publicaciones, Comité de Ética de la Universidad, Cátedra de Ciencia, Tecnología y Religión, el último regalo recibido para cerrar mi vida académica, acompañada por un equipo excepcional. Con ellos y bajo la excelente dirección de Angela Giménez, permanezco colaborando en tareas de investigación. Cada una de estas tareas y responsabilidades han sido oportunidades extraordinarias para facilitar que otros ?profesores, alumnos, personal de administración y servicios- desarrollaran mejor sus capacidades, para que la Universidad ofreciera accesos al saber más acordes con lo que los tiempos demandan. Creo haber descubierto que la gestión es un camino de extraordinario valor para transformar la sociedad en la dirección del Reino de Dios. Y hoy doy gracias por ello.

Y he dejado para el final lo que ha permanecido a lo largo del tiempo: el departamento, el pasillo y el despacho, que ni los cambios de edificios han hecho peligrar lo sustantivo en él. La cordialidad del día a día, el trato de amistad, el apoyo en los quehaceres. Un clima que ha posibilitado la creación de grupos de investigación, de contraste de textos para ser publicados, de intercambio sereno y abierto de ideas, de lecturas, de fuentes. Un ambiente que hace grato el trabajo de investigación y de docencia. Gracias a tantos compañeros y compañeras que lo han sido a lo largo del tiempo, gracias a los que lo han sido en esta última etapa y, permitidme que diga un GRACIAS con mayúsculas a Alicia Villar y a Antonio Sánchez Orantos, que en un gesto de generosidad excepcional se han echado a la espalda el trabajo ingente de editar este libro que hoy estamos presentando.

Junto a ellos, mi gratitud se extiende a cada uno de los autores que pueblan las páginas del libro, muchos de ellos aquí presentes, que han querido ofrecerme un regalo de amistad tejida con cada uno en múltiples encuentros y tareas compartidas. De ellos, algunos son antiguos alumnos y hoy compañeros o colegas, otros compañeros del grupo de investigación que convoca la Cátedra CTR en el proyecto Naturaleza Humana 2.0, otros en fin, son profesores de otras universidades y miembros de la Sociedad Española de Lógica y Filosofía de la Ciencia, colegas y amigos que hemos mantenido una relación de reconocimiento y colaboración desde la época joven, algunos sólo tienen el título de la amistad, generosa amistad que les ha movido a sacar tiempo para dar forma a ideas nuevas. A todos ellos, a cada uno, a cada una, ¡Gracias!

Y, aunque la nombro al final, ella sabe bien que mi gratitud es inmensa a ella y a todo el equipo; Belén Recio, directora ahora del Servicio de Publicaciones y compañera en los seis años en que tuve el honor de dirigirlo yo misma. Gracias, Belén por lo mucho compartido y ahora por el diseño de la bellísima portada y por la exquisita edición de la obra.

Y a todos vosotros que esta noche habéis querido participar en este acto y uniros a la gratitud que siento por todo lo vivido en esta Universidad, ¡MUCHAS GRACIAS!

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ECCLESIA ALVARO SAEZ

Ecclesia

Con Álvaro Sáez

Domingos a las 13:00h

Visto en ABC

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