La cadena con la que estuvo atado un joven con trastorno mental durante siete años: "Tenía gusanos en el cuerpo"

'Ecclesia al día' conoce la labor de acogida que la asociación San Camilo de Lellis desarrolla con personas con trastornos mentales en África, un continente donde la mayoría de sus víctimas son maltratadas 

Cadena

José Melero Campos

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Los trastornos de salud mental se han convertido en la pandemia del siglo XXI en el mundo occidental, lo que ha llevado a importantes avances en los tratamientos. En África los trastornos mentales también están a la orden del día, pero quienes la padecen no reciben medicación o terapia, todo lo contrario. 

Son encadenados, reciben pedradas, a veces se les puede ver desnudos por las calles... De ahí que la labor de algunas asociaciones como San Camilo de Lellis sea muy necesaria para ayudarles.

Esta organización está presente en tres países del continente africano a través de 18 centros: Benín, Costa de Marfil y Togo. A lo largo de estos años, ha ayudado a unas 200.000 personas. Su fundador, Grégoire Ahongbonon, ha detallado en 'Ecclesia al día' cómo es sufrir problemas de salud mental en África.

“Son los olvidados de los olvidados, se les consideran personas poseídas por el diablo, se les ve desnudos en la calle, a veces se les pega, se les tira piedras, están absolutamente solos. Es un desprecio humano, la gente les teme y yo tenía miedo también de ellos”.

" Recuerdo un joven atado en el suelo, completamente podrido, tenía gusanos en el cuerpo"

La visión de Grégoire hacia estas personas cambió a principios de los noventa, cuando se encontró con un enfermo desnudo removiendo la basura en busca de comida: “Le miré, estaba viendo a Jesús dentro de su persona. Me preguntaba por qué iba a tener miedo a ellos y empecé a pasear por las noches para ver dónde duermen”, ha relatado.

El fundador de San Camilo de Lellis se puso manos a la obra y logró habilitar en un hospital de Benín una capilla donde acoger a enfermos mentales “para tratarles con dignidad”. Las vivencias de Grégoire se cuentan por miles. Recuerdo un joven bloqueado en el suelo igual que Jesús en la Cruz, completamente podrido, tenía gusanos en el cuerpo. Intentamos liberarle pero no pudimos porque las cadenas estaban dentro de su carne. Con la ayuda de una religiosa enfermera le liberamos con unos alicates”. Su cuerpo estaba tan deteriorado que su esperanza de vida apenas se prolongó unas semanas.

Las cadenas de la vergüenza: "¿Qué crimen un enfermo ha podido cometer para recibir semejante trato? "

Y es que encadenar a personas que sufren trastornos mentales en África es de lo más normal. A veces los dos brazos, en otra ocasiones los pies, incluso el cuello. A otros les encadenan a los árboles: “Son tratos que consiste en hacer sufrir el cuerpo para que salga el demonio, se les priva de comida, se les pega para sacar el demonio y es lo que escandaliza”.

Grégoire ha mostrado en el plató de TRECE una cadena que se empleó para atar a un enfermo mental en el cuello durante siete años, dejando a Raquel Caldas y los colaboradores de 'Ecclesia al día' atónitos: “Se hizo agujero en el muro para que pasara la cadena y atarle. ¿Qué crimen un enfermo ha podido cometer para recibir semejante trato? Son enfermos, son hombres y mujeres que están enfermos”, ha aseverado.

“La que más estuvo encadenada en la madera fue una mujer 35 años. Estaba completamente encorvada, representa a mi madre, representa a todas las mujeres del mundo. Es nuestra dignidad la que está siendo violada en el tercer milenio. Es una vergüenza para la humanidad y nadie habla de esto”, ha continuado esgrimiendo.

Grégoire Ahongbonon ha recalcado la importancia de que se trate a estos enfermos “como hombres y mujeres” para “devolverles la dignidad. Hace falta medicación, pero lo primero es el amor, necesitan ser amados”.

De enfermo mental a cuidador

En San Camilo de Lellis los atendidos que logran una curación pasan de ser enfermos a cuidadores. No fue fácil la sostenibilidad de los centros por falta de fondos económicos y ausencia de hospitales en algunos países de África.

“Una señora venía a cocinar, y al no tener dinero para pagarla se quería marchar. Les agrupé a los enfermos para contarles la situación. Un enfermo se levantó y me dijo que cuando estaba en la calle no pensaba que un día alguien me iba a dirigir la palabra e iba a dejar de tirarme piedras, y llegué aquí y veo a gente que viene a comer conmigo y me dijo que iba a rezar por mi. Me explicó que cuando no estaba enfermo él cocinaba y propuso que cocinaran ellos”, recuerda.

Ahongbonon ha comentado también que en Benín, Costa de Marfil y Togo, donde la asociación está presente, se ha ha cambiado radicalmente la visión que se tiene sobre los enfermos mentales: “Ya no se encadenan a los enfermos, la gente tiene orgullo de venir a verles, los centros están abiertos, puede entrar quien quiera, no hay zonas de aislamiento o camisones para que no puedan moverse”, ha resaltado.

Tracking