La Asociación Divina Misericordia cumple 10 años ayudando a personas sin hogar en Valencia: "Queremos que recuperen la ilusión por vivir"
El sacerdote Pedro Miret, fundador de la asociación, explicó en una entrevista en TRECE cómo acompañan cada semana a personas sin hogar para ayudarles a recuperar su dignidad y esperanza

La Asociación Apostolado de la Divina Misericordia de Valencia ofrece la comida de fraternidad para personas sin hogar
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Desde hace una década, la Asociación Apostolado de la Divina Misericordia acompaña cada semana a personas en situación de vulnerabilidad en Valencia. Bajo el impulso de su fundador, el sacerdote Pedro Miret Giner, la asociación nació para llevar a la práctica el mensaje de amor que Santa Faustina Kowalska recibió del Señor y que el Papa Francisco impulsó en el Jubileo de la Misericordia de 2015. Hoy, en 2025, celebran 10 años de compromiso ininterrumpido con quienes viven en las calles.
Más allá de repartir alimentos, mantas o productos básicos, la misión de la asociación es clara: dignificar a quienes lo han perdido casi todo. Acompañarlos. Escucharlos. Y recordarles que su vida aún puede cambiar. "Muchas de estas personas no solo han perdido su trabajo o su casa, han perdido la ilusión por vivir. Ahí es donde comienza nuestra labor", asegura don Pedro.

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Una ayuda que va más allá de lo material
La clave del trabajo que realizan cada semana está en la cercanía, en no desaparecer tras una entrega puntual. "No se trata solamente de ir en un momento concreto, sino de mantener un acompañamiento semanal. Esto es lo que nos permite conocer a cada persona, a cada familia", explica Pedro Miret.
Entre sus tareas están el reparto de comida, ropa o medicamentos, pero también la gestión de albergues o la defensa de derechos básicos. "Queremos que salgan de la situación de sinogarismo. No es fácil, pero lo hemos visto: hay personas que han podido empezar de nuevo gracias a este trabajo conjunto".
Escuchar para transformar
Para muchos, lo más valioso que reciben no es una manta, sino una conversación. Un espacio donde ser reconocidos como personas. "Lo más importante en estos casos es el trato humano", insiste Miret. "Nosotros no queremos quitarles el protagonismo. Ellos son los actores principales de su vida. Solo queremos estar ahí para colaborar".
El acompañamiento espiritual también forma parte del proceso. Desde la fe, la asociación propone un horizonte de esperanza a quienes creen no tener salida. "Muchos piensan que van a estar para siempre viviendo como están, malviviendo. Pero como dice el Papa Francisco, las obras de misericordia son también obras de esperanza".
Algunos de los que un día recibieron ayuda, hoy se han sumado al equipo para seguir sirviendo. Es parte del espíritu de la Divina Misericordia. "Cuando uno experimenta en su corazón la misericordia de Dios, no puede guardárselo. Tiene que traducirse en un compromiso con el hermano", afirma el sacerdote.