El curioso caso de la Sábana Santa: la certeza del misterio

El curioso caso de la Sábana Santa es que se ha tratado de saber si es o no el sudario de Jesús. La ciencia lo ha intentado, pero sin conseguirlo

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La celebración de la Virgen de Guadalupe es, además de una advocación mariana, una festividad religiosa con un detalle particular. La tela de la tilma, el manto en que aparece la Virgen Morenita, es también especial. Y es que, siglos después, la imagen y la tela se mantienen en perfecto estado de conservación. Además de eso, su mirada esconde más de lo que parece. Sin embargo, hay otra reliquia de la Iglesia que guarda estas similitudes: un material especial y una discusión respecto a su aportación a la fe. 

Se trata de la Sábana Santa. Se dice que esta reliquia, que está en Turín, es la que sirvió para amortajar el cuerpo de Cristo tras la Crucifixión. Este lienzo muestra el cuerpo desnudo de un hombre por el frente y el revés del tejido. Las características del cuerpo se corresponden con las de la Muerte del Señor. Es decir, se trata de un hombre que había recibido una herida en el costado y tenía agujereadas ambas manos y los pies. 

Se tienen registros de esta reliquia venerada por la fe católica desde el siglo XIV cuando se mostraba en Francia. Un incendió provocó su envío a Turín para su restauración y posterior exhibición. No obstante, fue siglos más tarde cuando este objeto cobró un interés mayor. En el siglo XVIII se le hicieron las primeras fotografías, que mostraban un negativo con su correspondiente positivo. El resultado fue la mejor apreciación de la figura del misterioso hombre

Un siglo más tarde, los avances tecnológicos permitieron dar mayor profundidad a los estudios. A través de esos nuevos estudios se apreciaron dos nuevas curiosidades. La primera, que la imagen que se había tomado en el siglo XVIII era una impresión bidimensional, es decir, que contenía relieves, luces y sombras. Esto significa que, en realidad, ese lienzo había sido utilizado para contener el cuerpo de una persona. La segunda curiosidad se descubrió con la técnica de la fluorescencia ultravioleta. Esta técnica permite detectar posibles compuestos ocultos a primera vista en la imagen. Y así fue.  En las zonas donde se encuentran las heridas habían restos de sangre...de sangre humana, de un grupo sanguíneo de Jerusalén. 

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La curiosidad dejó paso a la ciencia ante la mirada de la Iglesia 

finales del siglo XX, la expectación por el fenómeno de la Sában Santa había despertado el interés de los científicos. El progreso de nuevas técnicas podían poner a prueba de nuevo ese misterioso lienzo. En esta ocasión, con el permiso de la Iglesia y El Vaticano, se sometió a la tela al Carbono 14. Este compuesto era la clave para determinar la pregunta definitiva: ¿Pudo ser de verdad el sudario de Cristo?

Con el Carbono 14 se trataba de aproximar el origen histórico del lienzo. Para ello, se tomaron tres muestras diferentes y se enviaron a tres laboratorios diferentes, dos europeos y uno estadounidense. Los resultados que se obtuvieron en un primer momento situaban el material entre los siglos XIII y XIV. Esas revelaciones parecían descartar el fervor de los creyentes...por el momento. 

Unas muestras inapropiadas, una incógnita y una certeza: el misterio

La ciencia volvió a examinar a principios de este siglo la Sábana Santa. La tesis de los investigadores era que las muestras que se habían examinado en primer lugar estaban contaminadas por la restauración que se hizo del lienzo tras el incendio. Una vez más se contó con el beneplácito de la Iglesia para extraer nuevas muestras de la tela, pero, esta vez, de una zona no afectada por la restauración. El motivo era que la presencia del Carbono 14 no estaría adulterada con los materiales empleados para la reparación. 

Ese estudio, que parecía el definitivo, se quedó en una incógnita. El investigador falleció a causa de un cáncer, la investigación quedó inconclusa y la Iglesia no ha vuelto a permitir que se tomen muestras. La ciencia habría alcanzado sus límites, que no han podido descartar el fervor de los creyentes por ese lienzo que sigue siendo un objeto, no una creación humana, de Aquél en quien creen: un misterio que rodea al Misterio.   

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