El religioso de Guadalajara que se venera en Lima cuatro siglos después

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Como cada año, desde hace casi 4 siglos, cada agosto las calles de Lima se llenan de devotos que quieren portar, aunque solo sea por un momento, la Cruz que acompañó la vida de Fray Pedro de Urraca, el religioso mercedario que fue más allá del municipio de Jadraque, en Guadalajara, hasta el Nuevo Mundo donde dejó la huella de la fe.

Siguiendo los pasos de su hermano Francisco tras la muerte de su madre, cuenta el Padre Alfonso Henche arcipreste emérito de Cogolludo-Jadraque, que a los 15 años marchó a lo que llamaban las Indias, un viaje por América que desde antes de iniciar su travesía marcó su vida religiosa: "Resulta que en el primer intento de embarcar perdió el primer barco. Al segundo intento, tuvo más suerte."

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"Enseguida encontró otro barco, pero se resbaló y por el peso del equipaje cayó al agua. A causa de las heridas de la caída se tuvo que quedar aquí. Pero él siempre daba gracias a Dios por haberse librado de ese viaje, pues ese barco no llegó a feliz puerto; murieron todos los que viajaban a causa de unas oleadas, según figura en los escritos. Al tercer intento embarcó y llegó hasta Quito."

Aquel viaje cambió su vida, y bajó del tercer barco siendo un hombre decidido a dedicarse a Dios y a los más necesitados. Así lo cuenta el Padre Alfonso Henche"Finalmente entró en los Mercedarios, cuyo carisma es visitar a los presos y en aquel tiempo redimir también a los cautivos."

A los pocos meses, fue trasladado a Lima. Al poco tiempo de llegar a tierras peruanas, enfermó de gravedad, circunstancia por la que fue ordenado de Evangelio y Sacerdote el 20 de mayo de 1610.

Según Colombo, sus últimos años de vida los pasó gravemente enfermo de gota. Por ese motivo, Fray Pedro de Urraca pidió ser llevado al Convento, donde según relata el Padre Henche, falleció días más tarde.

En el momento en que se conoció la noticia corrió por toda Lima. La devoción por el difunto padre Urraca era tal, que la masa de gente que inundaba su entierro hacía imposible contabilizar los asistentes. El Padre Alfonso Henche, destaca la relevancia del Venerable, tras su muerte casi 4 siglos después: "La importancia del Padre Urraca es sobre todo en Perú. Se inició el proceso de beatificación nada más morir. Antes fue Siervo de Dios, después Venerable (en estos momentos es Venerable), y ahora ya se ha incoado el proceso de Beatificación, que se había interrumpido, en 1981 por Juan Pablo II."

Los peruanos que vienen aquí destacan que cuando le beatifiquen será en Perú fiesta nacional. El Padre Urraca fue enterrado en la Iglesia de La Merced, donde todavía se conserva su tumba. El Padre Primitivo Hernández, sacerdote de Jadraque, describe su experiencia:

"Entré dentro, encontré a mano derecha la Cruz del Padre Urraca, muy venerada y adornada, como un referente. Pero, ¿dónde estaba enterrado el Padre Urraca, que no se veía?, Y al final, en el último rincón de la iglesia, en un rincón de la capilla al lado del altar mayor, allí se ve un reclinatorio con unas cuantas flores, y ahí es donde está enterrado el Padre Urraca."

Casi 4 siglos después, su característica Cruz, que siempre permaneció junto a él, sigue estando a su lado. Muchos son los que aprecían el símbolo según cuenta el sacerdote diocesano de Sigüenza-Guadajara, Emilio Ruiz: "En la iglesia de la Merced, a la derecha está la Cruz del Padre Urraca, que es donde la gente sigue yendo a rezar. Está en ese lugar porque la historia cuenta que esa Cruz la tenía el Padre Urraca en su habitación para rezar y hacer Vía Crucis... Y una noche, estaba él en su habitación y tuvo un ataque del Diablo. Se agarró a la Cruz, pero no sabía por dónde salir. Entonces se abrió la pared de su celda que daba a la iglesia, y por esa abertura pudo escapar."

El Venerable Padre Urraca dejó para siempre una marca que no conoce fronteras. Así lo explica el Padre Primitivo Hernández: "Hay gente que le tiene una grandísima devoción. Pero él actúa así, en la humildad. Porque él no quiere ser un santo de altar, él quiere ser un santo del pueblo, un santo humilde."

Todos los años, a principios de agosto, los limeños organizan una procesión en la que conmemoran su figura portando su Cruz por las calles. También entre los jadraqueños, queda una sincera devoción al Padre Urraca con las historias que cuentan su pila bautismal, su casa, y la fotografía de la custodia que ahora se conserva en el Museo Metropolitano de Nueva York.

Fray Pedro de Urraca, que demostró que para la fe no existen fronteras, será homenajeado para siempre en Jadraque con su calle, su travesía y su retrato en la iglesia. Pero para todos sus devotos, permanecerá vivo en sus corazones a la espera de su completa beatificación.

Un reportaje de Ana de Mingo Martínez

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