El joven que se encontró con Dios en el hospital tras sobrevivir a un incendio

La historia de un joven deportista que estuvo en el hospital tras sobrevivir a un grave incendio y se convirtió al catolicismo al conocer a Dios 

Víctor C. Bustillo

Tiempo de lectura: 3’

De pequeño odiaba practicar deporte, sin embargo, terminó siendo un gran deportista. Ha llegado a correr maratones y otras pruebas muy complicadas. Se llama Álvaro Trigo, es de Madrid y estuvo a punto de perder la vida tras un duro incendio.

Nació en una familia cristiana perodurante su adolescencia, se alejó de la Iglesia. Los domingos acudía a misa por acompañar a sus padres, aunque sentía que estaba siendo obligado a satisfacer a su madre.

Para Álvaro, su adolescencia fue un poco complicada: “Por desobediente, me escapaba de casa y hacía lo que me daba la gana. Mirando atrás, me doy cuenta de que estaba perdido, no sólo en la fe sino en la vida en general”.

Un día cuando se encontraba en Andújar, donde su familia tiene una casa de campo, sufrió un grave accidente. Cuando encendió la chimenea: “Una chispa saltó al sofá. Yo estaba en la cocina y, cuando volví al salón, me caí hacia atrás. Espalda, brazos, piernas... el 63% de mi cuerpo resultó afectado por las quemaduras. No sé ni cómo, (pero) caminé un kilómetro hasta la casa de mis tíos. Me llevaron en helicóptero al hospital de Sevilla”, explica Álvaro.

Permaneció 10 días en coma, debatiéndose entre la vida y la muerte. Cuando despertó, Álvaro sintió mucho miedo, creía que iba a fallecer: “Notas que te mueres, es una sensación, es como el frio o el calor. No sé explicarlo bien... cuando empiezas a estar un poco mejor, te asustas mas, y te da más miedo a morir”, asegura Álvaro.

Álvaro estaba muy desesperado, tuvo terror a una posible muerte. Por ello se agarró a lo único que le quedaba: la fe de sus padres: “No tienes más a lo que agarrarte... había tocado fondo, tenía el cuerpo vendado, de los pies al cuello, con un montón de vías... ves tu cuerpo lleno de sangre, curas todos los días... es el último sitio (donde) esperas encontrarte con Dios”, relata.

Estuvo 4 meses en la UCI, para evitar posibles infecciones, Álvaro permaneció dentro de una caja de cristal, comiendo a través de un tubo. Preguntó a los médicos si podría ir algún sacerdote a visitarle.  Le hablaron del Padre Manuel, un sacerdote que también es médico: “un día pedí que viniera... (le) dejaban entrar a darme la comunión. Él tenía que entrar vestido de médico también”, explica.

Desde entonces, conversaban a diario. Aquel sacerdote le ayudó a salir adelante. Le dio grandes consejos, transmitiéndole aquella fe que Álvaro había visto en sus padres, pero en la que no creía. Sin embargo, comenzaba a creer en Dios. Se sintió muy agradecido: “Tuve un accidente y he conseguido salir de él y adelantar mi recuperación gracias a la fe”.

Su vida cambió por completo cuando salió del hospital. Durante su rehabilitación, cada día ofrecía ese sufrimiento que aún padecía. Álvaro comenzó a explorar esa creencia que, durante años, vio como una mera superstición. En el hospital, gracias al Padre Manuel, había descubierto a Dios. En el momento más complicado de su vida, le habían puesto una semilla que comenzó a cuidar.

Durante un tiempo, Álvaro no pudo volver a correr, pero tenía esperanza en Dios. Tener fe le sostuvo por completo. En cierta ocasión, sus primeros le recomendaron acudir a un retiro de Effetá. Se trata de un retiro destinado a los jóvenes. Effetá realiza una convivencia de fin de semana. Según testimonios como el de Álvaro, transforma la vida de quien acude allí. Este joven deportista está convencido de que es un retiro que: “A nadie le va a hacer mal”.

En un principio, Álvaro no tenía muy claro que aquello pudiera ayudarle. Por eso no le prestó mucha atención. Poco después, cuando se lo recordaron, decidió acudir, simplemente para probarlo. Salió de allí totalmente transformado: “Me ha cambiado... ahí no encontré a Dios, pero al salir sí.. las adoraciones, y el resto de cosas, me han centrado.”.

Los retiros de Effetá fueron esa gota que colmó el vaso para Álvaro. Aunque, tras salir del hospital, creía en Dios, aún no estaba lleno de esa fe que, en el fondo, anhelaba. Desde entonces, “es uno de los puntos centrales de mi vida”, explica.

El pasado 1 de mayo, Álvaro contó para Mater Mundi TV como descubrió esa fe que le ayudó a surgir de las cenizas, como aquel legendario Ave Fénix, un águila, que según los antiguos griegos, perecía quemándose y renacía de sus propias cenizas.

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