Así se encuentran con Dios los presos de una cárcel de Castellón

Así es el trabajo de la Pastoral Penitenciaria en la atención a los presos españoles

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En El Espejo de la Cadena COPE hemos contado cómo se mueve la Iglesia en un centro penitenciario para mejorar la convivencia y acompañar a los internos en su proceso de reinserción

Nos hacemos eco del reportaje de nuestra compañera Laura Daniele, en el diario ABC, sobre el trabajo de la Pastoral penitenciaria en Castellón. El capellán de la cárcel es el mercedario Florencio Roselló y para él los internos son sus feligreses, cada uno con su nombre y su historia. Por ejemplo Carlota y Antonio, que llevan ya tres en prisión por un delito de tráfico de drogas. Gracias a su buen comportamiento, ahora trabajan por separado en distintos economatos de la cárcel. En ella ha nacido su hija y ahora piensan en bautizarla.

Otro caso es el de María, que desde hace cuatro años paga con su libertad un robo con fuerza, porque no tenía trabajo y tomó la decisión equivocada. Como el 80 por ciento de las mujeres que están recluidas en este centro, es madre y está sola. El P. Florencio afirma que “el dolor más grande para estas mujeres son los hijos”.

Cuando el capellán recorre los pasillos, son muchos los internos que se acercan para estrecharle la mano. Carmen asegura que es una gran ayuda para todos sus problemas. Lleva 19 años en prisión por estafa y tráfico de drogas.

Florencio estima, contra lo que se pudiera pensar, que el 80% de los presos están arrepentidos y piden perdón por el sufrimiento que han causado. A veces lo más difícil es reconciliarse con ellos mismos.

Junto al capellán trabajan 40 voluntarios en la pastoral penitenciaria una labor que no se ciñe sólo a la asistencia religiosa sino que se orienta a la reinserción. A algunos presos les facilitan los trámites de renovación de sus DNI o tarjetas de extranjería, les ofrecen tarjetas telefónicas para que se puedan comunicar con sus familiares, les asesoran jurídicamente e incluso les acogen en dos pisos cuando salen de permiso de prisión y no tienen quién les acoja. También ponen a disposición de las reclusas un taller de valores, que les permite compartir sus preocupaciones y sus miedos.

El 25% de los reclusos asisten a misa, y es que hay mucha gente que se encuentra con Dios en la cárcel. Dice Florencio que, a pesar de todas las frustraciones y fracasos, muchos reclusos se dan cuenta de que Dios sigue ahí.

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