La resurrección de la hija de Jairo

La resurrección de la hija de Jairo

Agencia SIC

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Mons. Gerardo Melgar Queridos diocesanos:

Todos conocemos sobradamente el episodio de la resurrección de la hija del jefe de la sinagoga: Jairo, que así se llamaba, tenía gravemente enferma a su hija por lo que acude a Jesús para que le imponga las manos y pueda vivir. Mientras Jairo está hablando con Cristo, vienen de su casa para decirle que no moleste al Maestro porque su hija ha fallecido; Jesús, que lo oye, sólo le pide que tenga fe en Él. Juntos van hasta la casa, toma la mano de la niña y le devuelve la vida. Se obra, por la fe, el milagro.

Los milagros de Jesucristo tienen un significado bien concreto. Él no es, permitidme la expresión, ningún mago que se saca conejos de la chistera pues sus milagros buscanaumentar la fe de sus discípulos y suscitar la fe en quien le ve; manifiestan la gloria de Dios y el poder del Mesías; corroboran las palabras de Jesús con hechos; muestran a todos la compasión y la misericordia de Dios.

Pero Cristo, para poder realizar un milagro, pide la fe en Él, como hace con Jairo; pidecreer en su poder y pide gratitud: recordemos cómo, ante aquellos diez leprosos que había curado pero de los cuales sólo uno vuelve a darle gracias, le dice "los otros nueve ¿dónde están?" (Lc 17, 17). Igualmente, Jesús pide la conversión del corazón: "vete y, en adelante, no peques más" (Jn 8, 11)

Pero los milagros no son sólo algo que Cristo realizó durante su vida terrena: hoy, con nosotros, está realizando verdaderos milagros aunque no nos demos cuenta porque estemos demasiado acostumbrados a ellos. Milagro es el regalo de la vida de cada día; milagro es la fe en cada uno de sus seguidores; milagro es el amor de Dios a todos y cada uno de nosotros, a pesar de nuestros pecados e infidelidades; milagro es el perdón de Dios ofrecido incondicionalmente.

Y, de la misma manera que en su tiempo, el Señor nos pone a nosotros también unas exigencias: nos pide que creamos en Él, es decir, que sepamos descubrir su acción en nosotros, su interés por cada uno y su cercanía en el caminar de la vida. Pide que no seamos indiferentes a Él y que centremos en Él nuestra existencia. Igualmente, el Señor quiere que seamos agradecidos por el amor que nos muestra, por su cuidado paternal, así como por su gran misericordia sin mérito alguno por nuestra parte.

Seamos conscientes de tantas cosas maravillosas como diariamente recibimos de Dios, verdaderos milagros que Él realiza en nosotros, y pidámosle que nos enseñe a ser agradecidos y que sepamos corresponder a tanta generosidad divina.

Vuestro Obispo,

+Gerardo Melgar

Obispo de Osma-Soria

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