La Iglesia Diocesana

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Agencia SIC

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Queridos fieles:

Un año más celebramos el Día de la Iglesia Diocesana y un año más me alegra dirigirme a todos vosotros en este día que nos anima a acrecentar nuestra conciencia de pertenencia a la familia de la Iglesia, que se concreta en esta Iglesia particular de Mérida-Badajoz y a asumir las implicaciones y consecuencias de esa pertenencia.

Es, ante todo, una jornada para dar gracias a Dios por todos los dones que nos regala a través de nuestra Iglesia Diocesana, llamada a ser rostro visible del Padre en el mundo y en la que todos somos absolutamente necesarios e irrepetibles.

Como en toda familia, cada uno tenemos un puesto y una tarea que realizar. Unos entregarán su tiempo en la labor educativa que lleva a cabo la Iglesia, otros en la socio-caritativa, algunos formarán a los niños en la catequesis, mientras que una parte del pueblo de Dios que peregrina en Mérida-Badajoz se encargará de visitar a los enfermos, alentar la religiosidad popular desde su cofradía, animar la vida misionera o atender a los reclusos a través de la pastoral penitenciaria. Cada uno de nosotros, desde nuestras inclinaciones personales y los carismas recibidos del Señor, estamos llamados a ser testigos del Evangelio en nuestros ambientes, y todos podemos ofrecer nuestra oración y nuestros sacrificios por esta Iglesia local.

Este año hemos vuelto a editar una pequeña memoria que llegará a todas la parroquias en la que se detalla parte de la tarea que realiza nuestra Iglesia fruto de la implicación de todos: sacerdotes, religiosos, religiosas, y laicos. Gracias a ese compromiso de fe el año pasado, entre otras cosas, fueron acompañadas 22.406 personas en los 34 centros sociales y asistenciales con los que cuenta la archidiócesis.

Inmersa en el último año del Plan Pastoral 2016-2020, centrado en la caridad, nuestra Iglesia Diocesana tiene numerosos retos para responder a la llamada del Señor de llevar el Evangelio a todos los hombres y hacer realidad el Reino de Dios entre nosotros, contribuyendo a desarrollar una humanidad nueva, transformada por la fuerza redentora de Jesucristo. Con esta finalidad quiero impulsar la Comisión para el sostenimiento de la Iglesia Diocesana como instrumento que nos ayude a concienciarnos de nuestro deber de sostener, también económicamente, nuestra Iglesia particular. Os invito a todos, con motivo de este Día y como decía al inicio de esta carta, a dar gracias a Dios por la Iglesia, a sentirla como vuestra familia y a colaborar, con vuestro trabajo apostólico y con vuestra ayuda.

+ Celso Morga Iruzubieta

Arzobispo de Mérida-Badajoz

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