La exaltación de la Santa Cruz
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Mons. Gerardo Melgar Queridos Diocesanos: El miércoles de esta semana, el día 14 de septiembre, celebramos la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz .
Existen determinados vocablos que nos son molestos, incluso, de escuchar y de pronunciar en nuestra vida de hombres y mujeres del siglo XXI. Y porque nos resultan incómodos, molestos, en la mayoría de los casos los hemos borrado de nuestro diccionario personal.
Hablar de la cruz a los hombres y mujeres de nuestro tiempo es algo que no resulta fácil, precisamente porque la cruz es algo que, como tendencia natural, desechamos de nuestra vida.
La cruz, para quien no tiene fe en Jesús, le puede sonar a muerte, a infamia, a derrota, a masoquismo colorista, a fracaso absoluto, a necedad, como decía san Pablo.
Para quien sabe, conoce y cree en el verdadero significado de la cruz de Cristo, esta es signo de vida, y de victoria, porque de ella fluye, y en ella tiene origen, la vida y la salvación.
La muerte en la cruz de Jesús es:
La explicitación más clara del amor de Dios Padre que envía a su Hijo al mundo; la expresión más auténtica del amor de Dios Hijo, que acepta y cumple a la perfección la voluntad del Padre; la manifestación del amor del Espíritu que alienta y sostiene a Cristo para que lleve adelante la misión del Padre.
La muerte en la cruz es la prueba suprema de amor de Cristo a los hombres. Solamente cuando se ama a una persona es cuando se es capaz de entregar algo de nosotros mismos por ella, pero solo cuando se le ama plenamente, uno es capaz de hacer este gesto de entrega total. De morir por la persona amada para que ella viva.
La muerte de Cristo en la cruz es La manifestación más plena de la misericordia de Dios.
La muerte en la cruz por parte de Cristo es la prueba más plena de la aceptación de la voluntad del Padre y del cumplimiento del plan de salvación que Dios tenía establecido para salvar al hombre.
Para el creyente de todos los tiempos, el Cristo de la cruz tiene un profundo significado:
Es una llamada a mirarle a Él. Para conocerle. Para conocer sus motivaciones. Para conocer su forma de actuar y de entregarse por nosotros.
Una llamada a imitarle, a seguirle. Cargando con nuestra cruz de cada día. Amando como Él amo. Siendo testigos de su amor en la vida.
Una llamada a seguir su misión de redimir el mundo Miremos al Cristo que muere por nosotros y nuestra salvación, y dejemos que Él nos enseñe su mensaje y su vida, su estilo, su talante, para que podamos vivirlo en toda su plenitud.
Démosle gracias por tanto amor derrochado por nosotros y con nosotros, porque nadie tiene mayor amor que quien da la vida por sus amigos.
Pidámosle que sepamos responder a tanto amor con una vida de fe auténtica, y con una total entrega a su persona y su mensaje, porque amor con amor se paga y solamente desde el amor se entiende de verdad su amor y su muerte en nosotros.
+ Gerardo Melgar
Obispo de Ciudad Real