Según el Ministerio de Exteriores la cristiana Asia Bibi sigue en Pakistán y es libre de ir a donde quiera

El tribunal Superior de Pakistán se reafirmó en la absolución de la cristiana Asia Bibi

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La cristiana Asia Bibi continúa en Pakistán dos días después de que el Tribunal Supremo volviera a confirmar su absolución por blasfemia. Por tanto se desestimó una apelación contra su libertad, que exigía su vuelta a prisión y su condena a pena de muerte. Además el Ministro de Exteriores paquistaní ha asegurado que es "libre de ir a donde quiera."

"A mi entender, Asia Bibi todavía está en Pakistán, es su decisión si quiere vivir en Pakistán o, si quiere ir al extranjero, no hay ninguna restricción. Es una ciudadana paquistaní libre", afirmó en rueda de prensa en Islamabad el portavoz de Exteriores, Mohammad Faisal.

Pese a esta afirmación, la mujer sigue en paradero desconocido, escondida ya que según su marido, corre peligro su vida. Una afirmación que tiene todavía más sentido teniendo en cuenta las manifestaciones de cientos de personas con el lema "Hang Aasia" (colgad a Asia) por bandera.

Las últimas informaciones apuntaban a que el gobierno canadiense estaba manteniendo conversaciones con Pakistán, según el propio primer ministro de norteamérica, Justin Trudeau, para sacar a Asia Bibi del país. Una noticia que reconoció el propio gobierno pakistaní.

Madre de cinco hijos, Bibi fue denunciada en 2009 por dos mujeres por insultar supuestamente al profeta Mahoma; un tribunal la sentenció a la pena de muerte en 2010 y cuatro años después perdió una apelación en el Tribunal Superior de Lahore (este).

La mujer cristiana fue liberada de la cárcel el 7 de noviembre pero, a pesar de haber sido absuelta no pudo salir del país y fue trasladada a un lugar "seguro", según el Gobierno, mientras el Supremo revisaba la apelación a la sentencia de absolución, que finalmente esta semana fue desestimada.

La dura ley antiblasfemia paquistaní fue establecida en la época colonial británica para evitar choques religiosos, pero en la década de 1980 varias reformas auspiciadas por el dictador Zia-ul-Haq favorecieron el abuso de esta norma.

Desde entonces, se han producido un millar de acusaciones por blasfemia, un delito que en Pakistán puede llevar aparejada la pena capital, aunque nunca se ha ajusticiado a ningún convicto al respecto.

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