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La comprometida decisión de Francisco que evitó la muerte de más de una decena de pasajeros

Las fotografías e imágenes revelan el pánico que se vivió durante varios minutos

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Un total de trece pasajeros estuvieron a punto de perder la vida en una línea de autobús de Málaga el pasado mes de abril. Fue después de que el chófer perdiera el conocimiento como consecuencia de una parada cardiorrespiratoria, lo que hizo que perdiera el control del vehículo que conducía al mantener el pie encima del acelerador. El caos se desató por unos segundos en uno de los barrios por donde la línea hacía la ruta. Choques en una decena de vehículos, árboles, farolas… los pasajeros pensaban que no saldrían de aquello con vida. Fue un milagro que apenas hubiera daños personales de consideración.

Finalmente, entre tres personas lograron arrancar el pie del conductor del acelerador. Una vez consiguieron frenar el autobús, tendieron en el pasillo al chófer. La prioridad era ya su reanimación. Por suerte, entre los pasajeros se hallaba el pediatra Francisco Luis y una médica de familia, que le practicaron al conductor la Reanimación Cardiopulmonar (RCP).

Francisco Luis, que aquella mañana se dirigía al centro de salud San Andrés-Torcal, donde atiende cada día a sus pacientes, asegura en ‘Imparables’ que vivió verdaderos momentos de pánico: “En el momento en el que se producían los choques, no pensaba nada. No fui consciente del peligro en el que estaba. Miré qué le pasaba al conductor sin más. Mientras, los golpes, los ruidos y los gritos se iban sucediendo. No fue hasta pasada las horas cuando me vinieron a la mente aquellas imágenes y sonidos.”

Retirar el pie del conductor del acelerador no fue tarea sencilla, dado el estrecho espacio de las cabinas de los autobuses: “Estaba en parada cardiorrespiratoria, inconsciente y con los músculos contraídos. Necesitamos la ayuda de tres personas para lograrlo. Yo en un principio pensé que sufría una epilepsia. Al comprobar que era más grave, le practicamos la RCP.”

Los minutos que tardaron en llegar los servicios de emergencia se le hicieron eternos a Francisco Luis: “El pulso del chófer regresó, pero enseguida volvió a pararse. Fue el equipo de emergencias quien le estabilizó. Nosotros dimos el primer paso de bombearle la sangre para que sobreviviera.”

Nuestro protagonista confiesa que no es la primera vez que se ve involucrado en un episodio de este tipo: “También me tocó actuar en un accidente de tráfico, o con alguna señora que ha sufrido una caída... Pero no me considero un héroe. Solo hice mi trabajo. Es cierto que en circunstancias anómalas y terribles, pero en ese momento no eres consciente de ello.”

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Lo cierto es que aquel día, Francisco Luis vivió una jornada atípica, que incluso afectó a su salud: “Cuando llegué a la consulta estaba bien, pero enseguida me vino un bajón, como si hubiera corrido una medio maratón. Me tuve que tender, poner los pies en alto, mis compañeros me tuvieron que asistir… Poco después todo el mundo se hizo eco de la noticia.”

Se daba la casualidad que aquel día, el pediatra tenía una comida con colegas de profesión. No tenía pensado ir, pero finalmente acudió para despejar la mente: “Pero estaba en la inopia igualmente. De hecho, no comí. Me tomé tres o cuatro cervezas y me marché. Ya por la tarde comenzaron a venirme las imágenes del accidente, los ruidos… y me agobié de nuevo. Hasta entonces, todo el mundo me daba la enhorabuena y me felicitaban también porque estaba vivo. Al ver las imágenes, entendí que pude haber muerto junto al resto de pasajeros. Parecía la guerra aquello con tantos choques y coches destrozados.”

Francisco Luis fue estabilizando sus emociones, si bien es cierto que al día siguiente de lo ocurrido, le temblaban las piernas cuando tomó el autobús junto a una de sus hijas: “Estaba asustado. Luego, un psiquiatra amigo mío me aconsejó que hablara del tema, que contara la historia y no la ocultara. Es una forma de desahogarse.”

El chófer permaneció durante varias semanas en las UVI del hospital. Por fortuna, ha recibido ya el alta. Un hecho que, como no puede ser de otra forma, celebra Francisco Luis: “Estoy más contento todavía, porque no las tenía todas conmigo. Aún no he contactado con él. Sí lo hice con su mujer, que me dio las gracias, y quedamos en que pronto hablaríamos para tomarnos una cerveza con él. Yo encantado de poder compartirla.”

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Pilar García Muñiz

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