Durante estas últimas semanas, los más pequeños apenas han visto la luz del sol a través de la ventana, el balcón, la terraza o el jardín. Ahora ya pueden salir a la calle y es más importante que nunca tomar algunas precauciones como utilizar protección solar y gafas de sol.

“Lo habitual es que en marzo y abril la piel vaya adquiriendo melanina, y así se proteja para el sol que empieza a partir de ahora, cuando los rayos son ya más fuertes. La sensibilidad de la primavera, unido al confinamiento, hace que sea más recomendable que nunca utilizar protección solar de amplio espectro, capaz de bloquear todos los rayos, y un factor de protección alto, incluso aunque esté nublado”, explica Marinea Meca, responsable de formación de SVR.

Su piel aún no está preparada para exponerse demasiado al sol primaveral

De hecho, en abril los rayos del sol ya son lo suficientemente fuertes como para tomar las mismas precauciones que en agosto. Por eso, es importante aplicarse crema de alta protección, utilizar gafas de sol y evitar las horas centrales del día, ya que la incidencia del sol no tiene que ver con la temperatura ambiental. “Es recomendable utilizar protección solar adaptada a los niños y bebés, con un factor de protección alto".

Esto unido a la sensibilidad de la piel en primavera, y más tras el confinamiento, "puede ser un cóctel explosivo”, explica Marinesa Meca.

Los niños, más vulnerables

Y es que mucho se ha hablado estos días que el sol contribuye a la formación de la vitamina D, pero no hay que exponerse en exceso. La piel de los niños, seis veces más fina que la de un adulto, no produce tanta cantidad de melanina, transpiración o defensas, lo que les hace más vulnerables a los rayos solares y a la absorción de las sustancias químicas que contienen algunas cremas solares infantiles.