Un grupo de amigos de San Sebastián lleva más de 150 años juntándose y hace 12 lo cambiaron todo: "Teníamos una deuda con ellas"
El mundo de las cuadrillas en el País Vasco es muy particular y el responsable de una de ellas revela cómo gestionaron la entrada de mujeres en su sociedad

Carlos Moreno 'El Pulpo' conversa con Félix Martínez, presidente de la Sociedad Gastronómica Unión Artesana de San Sebastián en El Temazo de Poniendo las Calles
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En San Sebastián hay un grupo de amigos que lleva más de siglo y medio compartiendo risas, sobremesas y fogones. Suena increíble, pero es real. La Sociedad Gastronómica Unión Artesana, una de las más antiguas del País Vasco, acaba de cumplir 154 años de historia. En todo este tiempo han cambiado muchas cosas, pero hace doce años dieron un paso que lo cambió todo: abrieron la puerta de su sociedad a las mujeres. “Era una deuda que teníamos. No fue fácil de gestionar porque había mucha gente contraria, pero ahora está asumido con toda la normalidad del mundo”, recuerda con sinceridad Félix Martínez, su presidente, en una entrevista con Poniendo las calles, el programa de Carlos Moreno ‘El Pulpo’ en COPE.
Tradición, amistad y confianza
Más sobre la amistad
Hoy en día, de los 215 miembros, unas 22 o 24 son mujeres que participan en igualdad de condiciones. "No hay ningún problema. Están integradas en todos los eventos como uno más", confirma Félix.
La amistad sin condiciones es la piedra angular de estas sociedades. “Aquí todo está basado en la confianza. Nadie controla lo que consumes, pero sabes que lo tienes que pagar”, señala Martínez. Las sociedades gastronómicas son locales privados donde cada socio tiene su llave. Están abiertas las 24 horas, y los socios pueden reservar mesas y cocinar cuando quieran. “Yo puedo venir con amigos del trabajo o con la familia. No hay reglas estrictas sobre con quién ni cuándo, es muy libre”, añade.

Miembros de la Sociedad Gastronómica Unión Artesana de San Sebastián
En estas sociedades no solo se cocina, también se transmite cultura, se forjan lazos y se conserva el sentido de comunidad. “Hay socios de 90 años y también de 25. Nietos de fundadores que se han hecho socios ahora. Es una cadena que se transmite”, relata Félix. La Unión Artesana se fundó por gremios de la parte vieja de Donosti. Aunque no se conservan todos los detalles, su esencia ha perdurado: reunirse, cocinar, charlar, reírse, vivir.
Durante la celebración del 140 aniversario ya recopilaron sus recetas en un libro, y en el 150, que coincidió con el estallido de la pandemia, muchos de los actos quedaron suspendidos. Pero el espíritu de la sociedad resistió. “Hacemos catas de vino, de sidra, celebramos San Sebastián y nos involucramos en actividades de la ciudad. La sociedad sigue muy viva”, asegura el presidente.
El valor de mirar atrás
Durante años, el acceso a estas sociedades fue exclusivamente masculino. Cambiarlo no fue tarea fácil, sobre todo en un entorno tan simbólico. “Hubo resistencia, porque la Artesana es una sociedad emblemática. Pero ahora ya nadie lo discute”, afirma Martínez con orgullo. Y es que más allá del buen comer y el buen beber, lo que une a estos amigos es algo mucho más profundo.

Miembros de la Sociedad Gastronómica Unión Artesana en San Sebastián
En un momento social donde la soledad y la salud mental son preocupaciones crecientes, este tipo de espacios se revelan como auténticos pulmones de comunidad. “Yo no tengo problema en hacer comida para veinte si es con personas que aprecio. Al final es una terapia, te reencuentras con amigos de toda la vida”, dice Félix, quien incluso se encarga de dejar el menú preparado en casa antes de ir a trabajar.
El cambio generacional también es palpable. Se habla de fútbol, de la Real Sociedad, de remo, de TikTok, de cuándo jubilarse… Pero el ritual permanece. "Ahora valoramos más cocinar despacio. Al principio era para salir luego de fiesta, pero con el tiempo disfrutas más del proceso", concluye.
La Unión Artesana demuestra que la tradición puede convivir con la modernidad si se abre la puerta al cambio con honestidad. Y si se hace en torno a una mesa, mejor todavía.