La tradición que ha recuperado una santanderina y que beneficia al cerebro al despertar nuestras emociones
Lucía se ha comprometido con Pilar Cisneros que enviará una de sus famosas postales a 'Mediodía COPE'

Lucía, la santanderina que ha recuperado una tradición muy beneficiosa para la mente
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Sostener un bolígrafo o un lápiz con los dedos, presionarlo sobre un papel, mover las manos para crear esas letras, esas palabras, es mucho más que un simple gesto. Escribir a mano es una habilidad que activa múltiples regiones cerebrales.
Cuando trazamos letras sobre el papel, resulta que se pone en marcha una red del cerebro mucho más amplia que al hacerlo en formato digital, así lo confirma una reciente investigación publicada en Frontiers in Psychology que destaca como la escritura manual refuerza tanto la memoria como la comprensión lectora. Además, escribir a mano no sola afina la capacidad de coordinar movimientos precisos, precisamente, con nuestras manos, sino también nos obliga a frenar un poco, a parar, a pensar con más calma frente a la inmediatez que supone el teclado. El papel nos invita a ordenar las ideas y a darle forma con intención y hay algo más, algo que va más allá de lo cognitivo.
En el acto de escribir intervienen las emociones. Escribir cartas de cumpleaños, letras o postales es, en el fondo, una manera de poner el corazón sobre el papel. Antes era algo cotidiano. Se escribían postales para saludar o para mandar un recuerdo cuando hacías un viaje. Se mandaba una postal, escribíamos cartas..., pero ahora es que, en realidad, por no escribir ni siquiera cogemos el papel y el boli para escribir la lista de la compra.
Pero no todo está perdido. Hay quien sí sigue mandando postales. Y te preguntarás. ¿Quién sigue escribiendo una postal? Pues hay más gente de la que imaginas. Es, además, gente joven y no solo es que lo hace, sino que lo promueve. Es el caso de Lucía Moure, una santanderina que ha recuperado el emblemático kiosco del Sardinero en donde vende postales. No cualquier postal, postales que además ella misma pinta, escribe y envía.
La chica de la postales del sardinero
A Lucía la llaman la chica de las postales. ¿Quién te pone ese apodo? Me lo ha ido poniendo la gente a través de las redes sociales. Cuando empecé a compartir las postales que pintaba en mis viajes y la gente pregunta, oye ¿cómo se llamaba esta chica de las postales? Digamos que me lo he ido ganando poco a poco. Luego cuando ya he empezado a trabajar en esto, cuando de manera inconsciente ya fuera hablando con la imprenta o con alguna tienda o punto de venta, ya les decía, mira soy Lucía la chica de las postales y una cosa llevó a la otra y ya me quedé con el nombre", cuenta Lucía en Mediodía COPE a Pilar Cisneros.
¿Cómo empieza el que te dedicaras a hacer postales? "En 2018 me regalaron por mi cumpleaños un kit de acuarelas portátiles. Hasta entonces en realidad pintaba en casa, en mi habitación y demás, pero al regalarme eso empecé a llevármelo a viajes, a escapadas, cuando me iba de ruta y demás y empecé a pintar pequeñas postales porque al final es un formato chiquitín y muy cómodo cuando viajas y empecé a pintar postales de los sitios a los que iba. Hoy en día, con los móviles y las cámaras nos hemos acostumbrado a hacer una foto en 5 segundos y claro a veces vamos a sitios, hacemos 20.000 fotos, casi no paramos y yo con esto me di cuenta de que era una manera como de ir más despacio, más lento. Me siento delante de lo que a mí me gusta y me pongo a pintar. Me daba cuenta de que era una manera de disfrutar mejor el sitio, de captar lo mejor, luego recordarlos y así empezó. Luego le fui cogiendo el gusto y empecé a pintar en cada escapada o viaje".
La gente compra la postal, la escribe y la manda
Cuando la gente comenzó a ver las postales de Lucía en sus redes comenzaron a interesarse en dónde podían comprarlas.
"La primera postal que vendí como tal fue de mi ciudad, de Santander, una farola muy emblemática. Vino una turista y me dijo que quería comprarla, que si se la vendía, que era para unos amigos que tenía en Alemania que eran de aquí, de Santander", recuerda Lucía.
Pero Lucía no solo vende sus postales, además, junto a su kiosco en pleno Sardinero, ha instalado un buzón para que la gente que compre una postal se siente a escribirla a mano. Desde ese buzón sus postales parten a todas partes " he vendido sellos para Alemania, para Polonia, para Estados Unidos, para Chile..., para distintos puntos del mundo".
Y no solo para fuera de nuestras fronteras, también para España como la que llegará en breve a Mediodía COPE, tal y como le ha prometido Lucía a Pilar Cisneros.