Luisa y Juan son parte de los 9 millones de mayores de 65 años que viven en nuestro país. Ellos están felizmente casados desde hace más de tres décadas, pero nunca llegaron a tener hijos. Ella nos coge el teléfono en la residencia en la que está desde hace cuatro años: San Antonio Benagéber, situada en la localidad valenciana que lleva el mismo nombre.

El matrimonio vivía en un edificio en el centro que el dueño quería derribar para construir pisos nuevos. Como no tenían recursos económicos, Luisa y Juan no podían irse, de modo que comenzaron a recibir presiones de todo tipo para que lo abandonaran y comenzar así las obras. Al final cedieron y se fueron a vivir en condiciones infrahumanas a un sótano sin ventanas ni agua. Aguantaron allí hasta que las Hermanas de la Caridad les buscaron esta residencia que para ellos se ha convertido en su nuevo hogar.

Además de Luisa y Juan hay otras 76 historias que contar en la Residencia San Antonio Benagéber. Muchas de ellas, rescatadas de situaciones de vulnerabilidad y desprotección. Es triste saber que hay muchas personas mayores sin recursos que, sorprendentemente, no tienen acceso a las plazas que ofrece la administración pública en los centros para mayores. Por eso, la labor que hacen en centros como este es muy necesaria. Hay casi 50 personas trabajando en la residencia, la mayoría, auxiliares gereontológicos que tienen una función esencial en el día a día de nuestros mayores. Además, hay personal en cocina, gestión, mantenimiento y voluntarios, que prestan su tiempo para hacerles la vida un poquito mejor a nuestros mayores.

Así es esta residencia, la de San Antonio Benagéber, a 15 kilómetros de Valencia, que fundó Cáritas para dar un techo a los mayores que estaban solos y no tenían recursos y en la que ahora viven 78 personas como Luisa, Juan, Dolores, Rafael, Vicente y otros muchos.