Se habla de la hostelería como unos de los grandes damnificados de esta crisis económica. Por supuesto junto a otros muchos sectores. Pero hay casos concretos en donde es el motor de una ciudad. Por ejemplo Logroño. Precisamente en esta ciudad abrieron los bares y restaurantes, después de unas semanas de restricciones por el aumento de contagios.

Fernando es dueño del Mesón del Abuelo. En este local ubicado en el número 12 de la calle del Laurel, era casi imposible tomar un pincho de sepia, por ejemplo, sin tener que esperar a hacerse hueco para pedirla en la barra. Lo normal en esta calle y aledañas antes de la dichosa pandemia.

Fernando reivindica el papel de la hostelería en la economía de Logroño. Y recurre a este dato: al año, en la zona de esta calle (El Laurel) y las cercanas se consumen un millón de botellas de vino. Una cifra muy clara de su protagonismo.

El domingo ha sido espectacular en la calle del Laurel.“Vino la gente a apoyarnos, una explosión de júbilo”, según nos cuenta Fernando. Los clientes acudieron con mensajes de ánimo después de tanto tiempo sin poder visitarlos.

Pero también cuenta que la policía compareció en esa jornada, y les obligó a retirar las mesas altas y barriles, que ponen en el exterior. Esto supone un gran problema para los locales pequeños que dependen de este mobiliario para poder atender a sus clientes.

Como consecuencia de los meses de restricciones intermitentes, se suceden los cierres definitivos de negocios. Según este hostelero: “Por desgracia una calle tan popular y que ha sido fructífera para los negocios, que en este momento, con esta pandemia que está haciendo muchísimo daño no solamente a nosotros a otros sectores también, ha habido ya como unos 12 o 14 establecimientos que no van a abrir; y otros que después de este mes, vamos a ver qué ocurre mañana, pasado, este puente, que va a ser también un barómetro de los locales que van a estar abiertos”.