Es posible que estos días hayas recibido un vídeo donde se leen frases de una carta. Frases muy emocionantes que han escrito alumnos del Instituto Julio Caro Baroja en Fuenlabrada, en Madrid. Mensajes dirigidos a chicos ucranianos que pueden tener su misma edad.

Esta iniciativa surge de la mano de uno de los profesores, de Fran Puga. Sus alumnos le habían propuesto hacer alguna actividad relacionada con lo que estaba pasando en Ucrania y esa misma noche Fran mientras veía los informativos, se emocionó con una imagen, un padre que se despedía de su hija sin saber si la iba a volver a ver.

Cuando los alumnos escribieron sus cartas, Fran las corrigió. Le llamó tanto la atención la sensibilidad que tenían, que decidió, dar un paso más. Hizo un vídeo en el que sus alumnos leían lo que escribieron en sus cartas. Lo que se persigue con esta iniciativa es poder recaudar dinero para enviar ayuda. Cuanta más gente lo vea, más se recuda.

Pero esta historia no se queda aquí. Este vídeo del que estamos hablando tiene subtítulos en ucraniano. Está traducido por uno de los alumnos del propio instituto. Se llama Oleck Nestor, tiene 17 años y es ucraniano, aunque lleva toda su vida viviendo en España. Desde hace una semana, en su casa han acogido a una familia ucraniana. Hoy en Mediodía COPE hemos podido hablar con él: “En mi casa estamos conviviendo nueve personas. No es fácil convivir nueve personas en una sola casa. Hay que comer, nos turnamos en el servicio... Es un poco duro, pero nos vamos adaptando”.

Una de las personas que ha llegado a su casa es Anastasia. Tiene 14 años y se ha incorporado también al instituto de Oleck. Sin esperarlo, este chico está jugando un papel fundamental en la integración de su compañera: “Dentro de todo lo que pueda, ayudo. Viene de mi país y donde pueda ayudar, estoy dispuesto a hacerlo”.

Hay que ponerse en el lugar de esta chica. Si para cualquier chaval es duro cambiar de centro escolar, imagínate cuando se trata de huir de tu país por la guerra, dejar todo atrás y llegar a una clase en la que no conoces a nadie ni tampoco el idioma en el que hablan los compañeros o en el que dan clase los profesores.

Anastasia vino la semana pasada desde una pequeña ciudad al lado de Leópolis, muy cerca de la frontera con Polonia. Como te puedes imaginar no fue un viaje nada fácil: “Estuvimos con el coche dos días parados en la frontera y después pudimos llegar a España”.

Cómo Anastasia, son muchos los jóvenes que han tenido que dejar sus casas, sus colegios, sus estudios y que ahora buscan rehacer de nuevo sus vidas, aunque muy lejos de su país.