Sofía Buera: “Que en España dejemos de ir a restaurantes, es un síntoma que no hay obviar”

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España vuelve a colgar el cartel de completo. Los hoteles y alojamientos turísticos están a rebosar. Y da igual en qué punto de nuestro país pongamos el foco porque todos los destinos están prácticamente llenos.

Está claro que después de tres veranos de contención por el COVID, teníamos muchas ganas de salir, de viajar, de disfrutar. Eso se está notando en los números del sector turístico: la ocupación media ronda el 90% y hay algunos destinos que, incluso, la superan. En Málaga, por ejemplo, donde ha comenzado la Feria, apenas quedan habitaciones libres. Buscando lugares más fresquitos, se han llenado también Galicia o Asturias que están entre el 85 y el 95% de ocupación. Y hasta destinos de interior, como Mérida, donde el calor no da tregua están al 100%.

En toda la temporada estival, los empresarios turísticos esperan unos 260 millones de turistas, sumando extranjeros y españoles. Y eso que irnos a un hotel nos sale de media un 15% más caro que hace un año.

Pero es que si elegimos un apartamento o alquilar una casa los precios se han disparado hasta un 30%. 1.000 euros por noche se están pidiendo en Baleares. Es, junto con Donosti y Cádiz, donde más caro sale veranear este año. Quizá por este encarecimiento, unido a la subida de la cesta de la compra, estamos reduciendo los gastos de nuestras vacaciones como podemos.

Además de pasar menos días fuera, tal y como nos ha explicado Carlos Abella, de la la Mesa del Turismo, también estamos reduciendo otros gastos: me refiero al presupuesto para ir a comer o cenar fuera.

Tanto los empresarios turísticos como patronal de la hostelería venían detectando una contención del gasto por el impacto de la inflación... una tendencia que todo indica que se va a confirmar este verano. En España somos de bares, y que dejemos de ir a comer o a cenar a un restaurante es un síntoma que no hay que pasar por alto.

Es cierto que de momento, y tras la crisis por el COVID, se mantienen las buenas cifras de rentabilidad y de empleo pero no hay que relajarse porque la hostelería es una de las patas del turismo, que sigue siendo el motor de nuestra economía. Y en estos tiempos de inestabilidad política, encómica e internacional, no podemos permitirnos el lujo de quedarnos sin la gallina de los huevos de oro.