

"Leire Díez Castro no es más que una militante fanática, una sanchista de manual de resistencia"
Escucha el monólogo de Jorge Bustos del miércoles 4 de junio
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Todavía estoy recuperándome de la comparecencia de la fontanera. Qué espectáculo. Ha nacido una estrella de la comunicación llamada Leire Díez Castro. De profesión inspectora de alcantarillas, aunque ella se reclama periodista. Periodista y socialista. Y yo no digo que no se pueda ser ambas cosas… pero solo hasta el exacto momento en que te toca elegir. El momento en que te llega el olor a corrupción de los tuyos y juras que es colonia: ahí dejas de ser periodista. O peor, te llega ese olor y te propones tapar el tufo propio buscando trapos sucios de los agentes que investigan a tu partido. Eso es lo que hace un sicario de sigla, no un reportero.
Pero ¿desde cuándo un periodista de investigación va ofreciendo ascensos y tratos de favor de Hacienda o de la Fiscalía para complacer a “los de arriba del Gobierno”? Pues desde que uno se declara periodista y socialista, pero principalmente lo segundo.
Mira, todo régimen cae por el entusiasmo de sus fanáticos antes que por la oposición de sus detractores. Porque, en su deseo de complacer al jefe, acaban pasándose de frenada en el cumplimiento de sus oscuros encargos. Periodista de investigación, dice. Tan periodista que programa una comparecencia sin preguntas y sale por piernas cuando irrumpe en escena Víctor de Aldama.
Qué momento. A Aldama lo ha tenido que separar a empujones otro fontanero del comando Leire. España se merece unos presupuestos, no estos ajustes de cuentas en público entre presuntos delincuentes.
Y ojo, el caso Leire solo acaba de empezar. La comparecencia de hoy no es ningún cortafuegos. Nadie se cree que la fontanera no conserve una copia del pendrive que entregó a Santos Cerdán para utilizarlo en caso de no ser discretamente recolocada con sueldo público en un plazo de tiempo razonable. Es lo que pasa cuando estalla una tubería en el sótano: una ramificación llega siempre a la planta noble. Aldama ha prometido un géiser de mierda, y hasta ahora todo lo que ha dicho se ha cumplido.
Leire Díez Castro no es más que una militante fanática. Una sanchista de manual de resistencia. Y usó tácticas mafiosas contra la Guardia Civil, la Fiscalía Anticorrupción y la Justicia en general. Por eso, aunque la comparecencia de hoy haya sido penosa, ella no nos da ninguna pena. A su debido tiempo deberá enfrentarse a sus responsabilidades. Pero me ha llamado la atención que usara la palabra “entusiasmo”. Porque ese entusiasmo en la pelea contra el adversario, aunque el adversario sea la Guardia Civil, es inducido. Es el resultado de años de polarización premeditada por el sanchismo. De retórica del muro y leyes divisivas. De extender la idea tribal, maniquea, de que los tuyos son inmaculados y contra los otros vale todo. Leire Díez Castro y sus turbias maniobras de cloaca solo son el producto de una forma de entender la política. Ella solo quería complacer a sus jefes. Que le habían dado puestos de responsabilidad muy bien remunerados en organismos públicos, por cierto.
Se ha ido sin responder preguntas, la periodista. Pero quedan muchas dudas por resolver. Debe responder Mercedes González, directora de la Guardia Civil, por qué recibía y llamaba y trataba con Leire. Debe responder Santos Cerdán para explicar qué va a hacer con el pendrive que le ha dado su fontanera y que contiene información obtenida de forma ilegal. Y debe responder el inspirador de este tribalismo desquiciado que lleva siete años degradando la democracia que venía a regenerar".