La Iglesia es tu casa: sostenerla también es camino de santidad
Celebramos este domingo el Día de la Iglesia Diocesana con el lema “Tú también puedes ser santo”, una invitación a redescubrir que la santidad no es algo lejano, sino una vocación para todos los bautizados. En esta jornada, Mario Alcudia reflexiona sobre cómo el sostenimiento económico de la Iglesia es una responsabilidad compartida, expresión concreta de nuestra fe y compromiso. A través de gestos sencillos contribuimos a que la Iglesia siga siendo luz, consuelo y presencia viva de Cristo en medio del mundo

LA IGLESIA ES TU CASA: SOSTENERLA TAMBIÉN ES CAMINO DE SANTIDAD| FIRMA MARIO ALCUDIA
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Este domingo celebramos el Día de la Iglesia Diocesana, una jornada que nos invita a mirar con gratitud y compromiso nuestra pertenencia a ella como protagonistas. Porque todos los bautizados estamos llamados a sostenerla, a cuidarla y a hacerla crecer. Este año, además, se nos recuerda algo esencial: la santidad no es cosa de unos pocos elegidos, sino una vocación universal. Se recoge en la campaña esa llamada que hacía el Papa Francisco, en Gaudete et exsultate, a vivir la santidad en lo cotidiano, en el trabajo, en la familia, en el servicio y en la entrega silenciosa.
Y ese rostro se sostiene, precisamente, gracias a la generosidad de tantas personas; el sostenimiento económico de la Iglesia es una responsabilidad compartida, no una carga impuesta. Es una expresión concreta de nuestra fe. Lo decía estos días el director del secretariado para el Sostenimiento de la Iglesia, “la economía no es una meta para la Iglesia, sino un medio para cumplir la misión”.
A veces pensamos que nuestra aportación es pequeña, insignificante. Pero no es cierto; cada gesto, cada colaboración, cada oración, cada minuto cuenta. Todo construye; todo sostiene.
Este año, como te decía, se nos invita a mirar a los santos de carne y hueso, los que vivieron en nuestras diócesis, los que dejaron huella en nuestras calles, en nuestras parroquias, en nuestras familias. Así que más que una celebración es una llamada: a la santidad y a la corresponsabilidad. Al celebrar el Día de la Iglesia Diocesana, recuerda que la Iglesia es tu casa, tu familia, tu misión y que la santidad comienza en lo pequeño, en lo cotidiano. Vivamos con fe con generosidad, con alegría y con compromiso nuestra vocación cristiana. Seamos esos santos de la puerta de al lado, como decía el Papa, que aman, que sirven y construyen comunidad.



