A prueba de fuego
Muy poca atención ha cosechado en todo el mundo lo que ha sucedido durante el pasado mes de agosto en la ciudad pakistaní de Jaranwala, en la diócesis de Faisalabad

A prueba de fuego
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Muy poca atención ha cosechado en todo el mundo lo que ha sucedido durante el pasado mes de agosto en la ciudad pakistaní de Jaranwala, en la diócesis de Faisalabad. Allí, 900 familias cristianas con mujeres, ancianos y niños tuvieron que huir de sus casas y ocultarse en los campos para salvar sus vidas. En el origen estuvo una falsa acusación dirigida contra dos cristianos de profanar el Corán y escribir una nota blasfema. Ambos son analfabetos y trabajan como barrenderos, así que resulta difícil atribuirles dicho escrito. Lo cierto es que se desencadenó una tremenda ola de violencia organizada contra casas, comercios e iglesias.
La policía tardó mucho en tomar medidas de protección y tampoco ha investigado los aspectos oscuros de esta trama, como por desgracia suele suceder en estas situaciones en Pakistán, donde es muy fácil dirigir una acusación de blasfemia que permite a cualquiera actuar como fiscal, juez y ejecutor. Es verdad que, pasados los primeros momentos, varios líderes musulmanes se acercaron a Jaranwala para mostrar su solidaridad a los cristianos, e incluso pidieron perdón por la violencia desatada. Pero, desgraciadamente, estos gestos no son efectivos a la larga porque los radicales islámicos imponen su ley en el tejido social profundo, y ni las autoridades políticas ni las religiosas tienen el valor de enfrentarse a ellos con perseverancia y convicción.
Las iglesias ya han sido reabiertas al culto, pero a su alrededor reina la desolación y muchas familias aún temen volver a sus hogares. Está en marcha la reconstrucción financiada por el gobierno del Punjab, un signo positivo. Yo me pregunto cuál es el valor de la fe para esta pobre gente indefensa, golpeada una y otra vez, que se mantiene fiel a Cristo. Por un lado, siento impotencia al ver lo poco que se hace para protegerlos, por otro, siento admiración y hasta envidia de una fidelidad probada a fuego, que aquí tanas veces nos falta.



